El año pasado, Messi le dijo al Mirror: "El dinero me permite vivir mejor, pero no es lo que me inspira. Además juego para el equipo y no para mí mismo". Claro, siendo bajito y así así es muy fácil hablar. A la Saeta Rubia, sin embargo, que tenía talla y talle, también le iba la marcha a la hora de ponerse delante de un micro y, como precursor del pelotero total que fue, utilizaba el márketing tirándose a veces el moco: "Marcar goles es como hacer el amor: todo el mundo sabe cómo, pero ninguno lo hace como yo". Alguien debería hablarle al macizote portugués de la proverbial socarronería de Di Stéfano no vaya a ser que lo ponga de referencia a sus frases matadoras y le dé la puntilla a don Alfredo. Una vez Valdano en paradero desconocido, deberían situar al gachó y conseguir que lea las conversaciones de aquel nueve procedente de Millonarios con González-Ruano en las que, entre otras sentencias, deja esta: "Una pelota no se mueve por ella misma. La tenemos que mover nosotros. También el fútbol es algo de arte. Todo lo que hacemos con los pies lo hemos de hacer antes con la cabeza". Con la cabeza, Cristiano, hijo, con la cabeza antes de darle al micro con los pies. La ventaja es que, cuando te cruces con Gatusso y te deje baldado, ya no tienes que preguntarte por qué después de haberle recordado que si a él no le pitan tanto -algo sí- es porque ni es Maradona ni Brad Pitt. Curiosamente, el actual presi del Madrid despreció a Eto´o aún siendo suyo bajo la premisa de que le faltaba cabeza y resulta que, nada más darle su actual club 20 millones por temporada, lo que declaró fue que "el dinero no es lo más importante" en lugar de que es el que más guita cobra. Pero al portugués se lo va a quedar porque engarza perfectamente con el modelo que Florentino promueve y que aboca a que la Liga, en versión de los cafres del espacio Todo por la radio, sea como los hijos

de Paquirri. Es decir, que la diferencia entre los dos primeros y el tercero es notable.