Un pueblo debe estar vivo, crear y progresar. Un pueblo que lo subordina todo desde una comodidad aceptada, sin ansias de superación, es un pueblo fracasado. Acepto lo anterior como una doctrina positiva, pero el individuo en determinados momentos reclama interiormente una pacífica normalidad en las actuaciones exteriores que de una manera indirecta le afectan. De un tiempo a esta parte se nos está sometiendo a una serie de circunstancias económicas, políticas, sociales y laborales que nuestro devenir diario es un conjunto de incertidumbre. ¿Debemos ignorar e inhibirnos de todos estos mensajes que tanto a nivel general como particular nos invaden? Es muy difícil por cuanto, sin pretenderlo, somos víctimas de ellos.

El porcentaje del paro, la situación económica, los pormenores de la reforma constitucional, la precaria situación en Sanidad y en Educación, las comparaciones de las cifras de deuda en comunidades y ayuntamientos, la exhaustiva información que los medios de comunicación nos ofrecen sobre las cifras bursátiles, etcétera. Todo es muy difícil de asimilar y escaparte de ello no puedes por cuanto te persigue si quieres, como cualquier ciudadano de a pie, estar medianamente informado. Y si con lo expuesto no hay bastante en breve seremos pacíficos receptores de las arengas políticas preparando las elecciones del 20 de noviembre

Humildemente expreso un ruego, que seguramente no se cumplirá. Las discusiones políticas no pueden seguir emulando a las de negocios. Lo que está en riesgo es más que un acuerdo comercial, es el futuro de un país. Apostemos para que la competitividad de los candidatos a las próximas elecciones esté más completa de ideas regeneradoras de un futuro social y económico, y no practiquen la postura, en este caso lógica, de los vendedores de mercado, en su positivo afán de la comercialización de sus productos. Pero postura ilógica e irresponsable en quienes poseen un poder otorgado por el pueblo para decidir las pautas de progreso de la nación española sin distinciones de raza, sexo y del pluralismo político.

Hay una tesitura muy importante que nos debe llevar a la meditación. El Estado es demasiado pequeño para resolver los problemas que globalmente se le presentan, y en contraposición a ello dependemos de una UE cuyas directrices son muy grandes para resolver los pequeños problemas que el ciudadano español debe resolver día a día. Las recomendaciones procedentes de la UE están dictadas desde el análisis de la visión generalizada, propugnando la integración de España en el grupo de las naciones que encabezan los económicamente elegidos. Un fracaso en nuestra nación, si a ello sumamos los que inevitablemente nos seguirían, llevaría a un descalabro europeo. Sin embargo, causa mi duda hasta que punto el pueblo en general y cada individuo en sí mismo admitirá un sacrificio indispensable para la superación de la coyuntura actual.

En el período próximo a comenzar la próxima campaña electoral confío en que los candidatos no hagan uso de una demagogia trasnochada. El ciudadano español ya tiene aprobadas muchas asignaturas que la experiencia le ha obligado a superar.

Necesitamos verdades en puntos económicos-sociales y políticos que nos presenten una coyuntura sobre la que dedicar nuestros esfuerzos de superación. Es imposible una sociedad que viva en la penumbra de la duda, la verdad es dolorosa si no es positiva, pero te prepara para una lucha contra las adversidades. Personalmente, deduzco el comienzo de una nueva época, confío en que el camino que se nos trace nos conduzca al éxito de nuestras acciones.