Que pintan bastos y que el horno no está para grandes bollos, lo sabemos todos. Que el ajuste iba a ser durillo, nos lo olíamos, pero pensábamos que el reparto iba a ser equitativo; es decir, un pedacito de tarta para cada cual. Nada más lejos de la realidad, porque por estas tierras no ha habido nunca suerte, ni cuando las vacas eran gordas ni ahora que son flacas. Primero porque la onda no era la que tocaba, los proyectos se dilataban; ahora, se ha cambiado la sintonía, pero se sigue desafinando, con lo que los trenes pasan de largo (una frase muy apropiada en estos tiempos). Habrá que apuntarle a la diosa fortuna el tanto de que la autovía estuviese en su rectísima final y que no haya habido más remedio que terminarla, porque un año más y quizá el Barranc de la Batalla se habría quedado a medias. Una ventaja: más túneles para hacer cicloturismo o senderismo.