La sanidad de la Comunidad Valenciana sufre los primeros recortes -los más llamativos, los que no se ven se vienen aplicando desde hace meses- al reducir las camas hospitalarias. Todavía no se ha llegado a los niveles de Cataluña, donde CiU ha emprendido una cruzada contra la sanidad pública y los funcionarios, pero el 20-N cada vez está más cerca para que el tijeretazo empiece sin complejos ni impedimentos partidistas. Llama la atención que sea Alicante la peor parada de las tres provincias al sufrir el 60% del recorte en camas. Me da que cada vez tenemos menos peso en el conjunto de la Comunidad y que Fabra mira más hacia Valencia y Castellón -que sigue con aeropuerto pero sin aviones-. Bueno, tampoco el ejemplo es muy correcto, porque aquí, en la capital alicantina, tenemos vías pero sin tranvía. ¡Qué divertido! La cuestión es que tanto en la educación -recuerden la disminución de becas de comedor- como en la sanidad, la podadora ha empezado a segar el estado del bienestar. Las medidas no se entienden cuando el PP ha defendido en las pasadas elecciones municipales y autonómicas que no iba a haber recortes en los servicios sociales básicos. Además se anunció la construcción de hospitales que han quedado en el limbo. Tampoco se entiende que las listas de espera sigan creciendo en los hospitales públicos mientras se sigue desviando a los centros privados pacientes dentro del plan de choque del Consell. Si no hay dinero para una cosa tampoco debe haberla para otra. Falta muy poco para las elecciones generales, sería positivo que los políticos enviaran a la población un mensaje claro y responsable de lo que van a hacer para sacarnos de la crisis. Pero es tanto el miedo a perder votos, que nadie se atreve a decir la verdad. Rajoy sabe cómo se encuentra el país... A partir de enero por fin nos enteraremos.