La noticia del cierre de 26 camas en el Hospital General Universitario de Elche ha sido una mala noticia tanto para usuarios como para los profesionales que día a día prestan servicio en el mismo, profesionales que a costa de su dedicación y esfuerzo han conseguido prestar a los ciudadanos de Elche y comarca una atención sanitaria más que aceptable, ganándose una bien merecida fama en el mundo sanitario no solo en el aspecto asistencial sino también en el docente e investigador, no sin tener que salvar épocas de extrema presión asistencial que fue sobrellevada por los usuarios con extraordinaria paciencia y por los trabajadores con extraordinaria abnegación.

No obstante cuando la Conselleria, no sin grandes presiones ciudadanas, decide dotar a la ciudad de un nuevo hospital, parecía poder concretarse las expectativas e ilusiones de ver este hospital con condiciones y capacidad de crecer en nuevas especialidades y en mayores grados de confortabilidad, convirtiéndolo en ese gran hospital referente de la zona sur de la provincia de Alicante, como todos queríamos. La Conselleria se encargó pronto de bajarnos los pies al suelo decidiendo un modelo de gestión privado para el nuevo centro, creado más en clave de competir con el existente y no siempre de forma leal, que de complementarse con él, y aún nos los ha bajado más con la reducción del escaso número de camas hospitalarias del que dispone la ciudad y su comarca.

No veamos la medida como una discriminación para con Elche y comarca, el recorte ha sido en toda la Comunidad, en total 262 camas, el equivalente a cerrar un hospital mediano entero. La justificación de tan drástica medida viene amparada según fuentes de la Conselleria de Sanidad en criterios de eficiencia, bonita palabra. Lástima que bajo la misma no se incluyan, los aeropuertos sin aviones, la realización de regatas varias, premios de Fórmula 1, parques de atracciones ruinosos, ciudades que más que luz dan sombras, el mantenimiento de más de 660 cargos de confianza puestos a dedo en la administración pública valenciana y podríamos seguir, ¡todo sea por la eficiencia!

No obstante ni con ese paraguas tan socorrido que les da la palabrita, se alcanza a comprender:

¿Dónde se han metido el millón de habitantes no reconocidos en los censos a la hora de la financiación?

¿No hacían falta más hospitales y camas hospitalarias hasta ayer?

¿No somos la Comunidad con menos camas hospitalarias por 1000 habitantes de toda España?

¿No tenemos más de 30.000 valencianos en lista de espera quirúrgica y muchos más en espera diagnóstica?

¿No se están derivando pacientes a hospitales privados para ser intervenidos o tratados?

¿Ustedes lo entienden?, yo tampoco, pero si reparamos en la distribución de la "eficiente medida", nuestra capacidad de entendimiento aún se ve más resentida, así de las 262 camas que se suprimen en la Comunidad Valenciana, 159 corresponden a la provincia de Alicante, 53 a la de Valencia y 50 a la de Castellón, como ven un reparto muy equitativo y eficiente. Esta distribución del recorte lejos de entristecernos o cabrearnos a los ciudadanos de la provincia de Alicante, debe llenarnos de alegría, pues la misma bajo el criterio de eficiencia solo puede deberse a que en el sur de la Comunidad Valenciana gozamos de una salud envidiable, sobre todo comparada con los que viven en Castellón y Valencia. ¿Ustedes se lo creen?, yo tampoco, mas bien debe de ser porque los ciudadanos de la provincia de Alicante somos más sufridos y además les importamos poco o nada a quien gobierna nuestra Comunidad, que no se olviden se llama valenciana. Pero no se preocupen, porque como nosotros también votamos por Alicante políticos que nos representan en las Cortes Valencianas, estos nos van a defender con uñas y dientes, como han hecho en otras ocasiones, bueno pensándolo mejor empiecen a preocuparse.

En fin los recortes, perdón la eficiencia, con lo de siempre y con los de siempre, sobre todo si viven al sur de esta nuestra Comunidad y no se a ustedes, pero esto a mi no por conocido, me deja de indignar.