La consellera de Infraestructuras entró en el Ayuntamiento de la capital de la Comunidad algo asustada. Ya el viaje con el taxista había sido desagradable, pues cuando éste se dio cuenta de quién era cambió el tono amable y simpático con el que la recibió por una sucesión de monosílabos y alguna referencia al tranvía que desde la Conselleria no se había podido todavía poner en marcha. El motivo de esta visita a la alcaldesa era decirle que lamentablemente el concurso no había podido ser resuelto, y a pesar de las promesas realizadas y de los viajes de prueba que había hecho su predecesor con la misma alcaldesa, la puesta en marcha de la línea estrella del tranvía se iba a aplazar sine die.

Había preparado cuidadosamente el discurso la noche anterior, que si la crisis económica, que si la austeridad, que si el concurso no estaba bien diseñado y que los únicos que se habían presentado no cubrían las amplias expectativas que los ciudadanos podrían esperar, etcétera.

Algo más tranquila, fue recibida por un conserje que de forma bastante maleducada le pidió que esperara en una sala. Aprovechando la espera y utilizando un espejo que había en la sala, interpretó de forma muy teatral para convencer a la alcaldesa que lo mejor era esperar y que el dinero que costaba poner la línea en marcha se podía utilizar para algún evento mediático de interés ya que eso daba más titulares en los medios de comunicación.

El ruido de unos pasos le despertó de sus ensoñaciones, era inconfundible el sonido que producía la alcaldesa al andar. La consellera se quedó quieta, aspiró aire una vez más como si éste se fuera a acabar, pero, conforme el ruido se acercaba a la puerta cerrada, un sudor frío empezó a recorrerle la frente, no lo podía evitar. Vio que su mano con la que tenía cogidos los informes que iba a presentar empezó a temblar considerablemente. Notó cómo, de repente, la voz parecía que le iba a abandonar en cualquier momento. El ruido de los pasos ya estaba junto a la puerta y en el último momento la consellera imaginó la cara de la alcaldesa momentos antes de que ésta se abriera.

Las piernas de la consellera le fallaron y miró si había cerca una silla donde poder sentarse.

Al fin en medio de un gran estruendo las dos enormes puertas se abrieron para dejar paso a la alcaldesa de la capital de la Comunitat que clavando los ojos sobre la consellera le preguntó ¿cómo va todo?

El número de gotas de sudor que recorrían la frente de ésta se multiplicaron por cuatro, tragó saliva y con un último esfuerzo recuperó la voz para decir "fantástico, ahora mismo voy a llamar para que la línea del tranvía se ponga en marcha, mañana mismo todos los estudiantes que así lo deseen podrán ir a la Universidad en tranvía y, además, un montón de ciudadanos y ciudadanas podrán dejar el coche en su casa para ir a trabajar o de compras".

En ese momento la consellera despertó y recordó su sueño, seguía empapada en un sudor frío. Conforme se fue despertando y pudo razonar las tareas del día se alegró de que la línea que no iba a poner en marcha era la de la segunda ciudad de la Comunidad y no la de la capital de la misma. Sonrió y suspiró aliviada, no le apetecía mucho hacer los 180 kilómetros que separan dichas ciudades pero, bueno, no sería tan difícil explicar el asunto; total, aunque no le creyeran, le daba lo mismo.

Ya tras el café pensó que quizá era una pérdida de tiempo ir en coche y que a lo mejor podía solucionar el asunto con una llamada telefónica. Pidió a su secretaria que le pasara a la alcaldesa para darle la mala noticia del retraso sin fecha de la puesta en marcha de la línea del tranvía. Al oír la noticia la alcaldesa replicó: "Sí que parece una mala noticia, pero si no te importa ya me la explicas más detalladamente en las Cortes que ahora tengo que ver al entrenador del equipo de fútbol de la ciudad que parece que se ha enfadado con el presidente y algo tendremos que hacer".

La consellera tras despedirse amablemente de la alcaldesa hizo otra llamada para decir que afortunadamente ya había conseguido el capital para el evento mediático que se iba a celebrar en la capital.