Imagínense que un día se despiertan y se enteran por los periódicos -estoy hablando de una ficción- de que la empresa Ford de Valencia está a punto de cerrar. La inmediata reacción que ese bombazo informativo provocaría a todos los niveles sería tremenda, por no hablar del sin número de iniciativas parlamentarias, solicitudes de comparecencias, preguntas y demás recursos al alcance de nuestros cargos políticos que ese desastre industrial para la provincia de Valencia provocaría. Hasta veo a Jorge Alarte encadenado a las puertas de la factoría de Almussafes y a Alberto Fabra peregrinando a Madrid y a Bruselas en busca, primero de explicaciones, y luego de soluciones. Ahora, supongan que eso pasa en la provincia de Alicante y que su principal activo económico se viene abajo... Bueno, no hace falta que se lo imaginen. Ya está sucediendo. Aquí tenemos a la cuarta caja de España y la primera empresa de la provincia en proceso de liquidación y venta a precio de saldo y donde sí que van a tener que hacer un esfuerzo es para ver las reacciones que este desastre económico está suscitando. A nivel de responsables del control de gestión: todos están ciegos. Ni los interventores del Banco de España, ni los técnicos del Instituto Valenciano de Finanzas, ni los auditores, ni la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Nadie vio nada. A nivel de responsables políticos: todos mudos. Ni el Consell, ni el PP, ni el PSPV, ni Fabra, ni Alarte, ni nuestros diputados nacionales, que no han presentado ni una sola pregunta en el Congreso sobre la cuestión, ni las Cortes Valencianas, donde no se ha llegado a debatir sobre el asunto. Nadie parece haberse enterado de que la CAM tiene pérdidas por 1.136 millones de euros, de que peligran muchos puestos de trabajo, de que el grifo financiero con que contaba esta provincia se ha cerrado, con lo que eso va a suponer para las pequeñas y medianas empresas, y de que la Obra Social, que es la base sobre la que se sustenta la mayor parte de la actividad cultural, está seriamente amenazada. Y a nivel de responsables de la gestión: nadie habla. Ni Roberto López, ni María Dolores Amorós, ni Modesto Crespo han salido a dar una sola explicación. Con estos antecedentes, lo que se entiende perfectamente es lo que le ha terminado por pasar a la CAM.