Llegué a Siena en una calurosa mañana de domingo. Y de inmediato lo que se conoce como "Síndrome de Stendhal". Como el lector sabe, el gran escritor francés sufrió una autentica convulsión física al visitar por primera vez Florencia: se sintió enfermo de belleza. Salvando las distancias, yo también sufrí una pequena conmoción al pisar las calles de esta ciudad medieval; y no solo al admirar la belleza de su famosa Plaza del Campo o de su no menos famosa Catedral. Siena, Comuna libre desde el siglo XII, tras las sucesivas guerras y avatares históricos cedió al dominio de Florencia, la eterna rival, y a la que disputó la primacía del arte gótico italiano. Hoy Siena es una ciudad artística y cultural que conserva intacto su aspecto de otros tiempos, y sus esplendidos monumentos la convierten en una de las ciudades mas bellas de Italia. No comprendo como yo, visitante continuo de Italia, tardé tanto en aterrizar en esta ciudad prodigiosa; aunque no se puede abarcar en un solo día tanta belleza, si puede uno captar lo esencial para entender cualquier ciudad: su atmósfera, única desde mi punto de vista. Siempre suelo poner cara de ilustres actrices italianas a algunas de sus ciudades; así, en Siena sitúo a una sensual Laura Antonelli, con redecilla en el pelo y voluptuoso vestido de terciopelo rojo; a la rubia Virna Lisi en Venecia, a la enigmática Alida Valli en Trieste, a Sofia Loren en Nápoles, Silvana Mangano en Milán y a Claudia Cardinale en Palermo. Todas ellas me parecen el símbolo de esas ciudades (trampas del cine, supongo) cuya belleza -la de las ciudades, claro- tuve la suerte de disfrutar. Y siempre busco el momento de volver, mis vacaciones buscan la Italia que amo, y este septiembre caluroso creo que acerté en la elección de La Toscana, nada comparable a los parajes verdes de vides salpicados de grandes cuadrados marrones que guardan campos de girasoles ya agostados. La Toscana no es solo Florencia, sino también (o sobre todo) Siena. Sin olvidar San Gimignano (precioso reducto también medieval), Lucca, Arezzo, Pratto...y Pisa, la otra bella ciudad renacentista a orillas del Arno. Habrá ocasión, espero, de volver y detenerse en los rincones a descubrir, y sobre todo más atardeceres sieneses.

El turismo no merma en esta Italia convulsa que lidera un Cavallieri Berlusconi asediado por todos los flancos; pero los turistas van y vienen, ajenos al grave momento político y económico por el que atraviesa este gran país. : americanos, turistas del Este europeo, rusos, españoles, argentinos, pero sobre todo chinos, muchos chinos, que desde que son ricos parecen menos chinos y ya se distinguen unos de otros, especialmente las mujeres, algunas guapísimas y como sacadas de una película colonial. Y menos japoneses que antaño, los pobres, con la que tienen encima; pero siguen como siempre, parece que en lugar de mirar sospechan. Desde el balcón de mi hotel en Pisa veo a pocos metros la famosa torre inclinada, ciudad de la que me despido tras haber sido mi dormitorio durante una semana. Mañana daré el salto a mi otra pasión italiana: Sicilia. Aunque no olvido ni un momento mi tierra, mi terraza, mis plantas, ni a mi perra, ni a mis amigos, ni tampoco a la Alcaldesa de las Flores, ya ven... ¡Soy muy raro!

La perla. "El hombre inventó el lenguaje para satisfacer su profunda necesidad de quejarse". (Lily Tomlin, actriz norteamericana).