Determinar qué hacer con el antiguo edificio de la estación de autobuses es una cuestión crucial en estos momentos. La ciudad no puede permitirse que un espacio como éste permanezca cerrado en un punto estratégico del centro urbano, porque algo así sólo favorece el deterioro del inmueble y de su entorno, el descalabro de la actividad comercial en la zona y el aumento de la inseguridad. Son muchos los usos que baraja el Ayuntamiento -el último un área delicatessen-, lo que evidencia que no se tiene claro qué hacer. La austeridad que debe imperar en el gobierno municipal en estos tiempos quizá desaconsejaría embarcarse en actuaciones millonarias y es seguro que la antigua estación de autobuses, con muy poca inversión, sería un marco perfecto para instalar algún servicio municipal necesitado de espacio que pudiera mantener las instalaciones abiertas a la espera del proyecto definitivo y de mejores tiempos.