Ese viejo escritor, periodista, profesor, despejado y joven cerebro intelectual, don Enrique Cerdán Tato, "hernandiano de honor", buscando e investigando, ha conseguido averiguar, que Miguel Hernández, nuestro poeta, fue periodista, además de Poeta con mayúsculas, aunque le faltaba el carné profesional. El investigador Cerdán Tato, contando con el colegio del gremio y algún otro hernandiano de los de verdad, ha averiguado que dicha acreditación es cierta y ha conseguido que el carné le sea restituido. Aunque él ya no esté aquí para recibirlo, que a sus herederos, al menos, les quede la satisfacción, aunque tardía, de la profesionalidad del finado.

Muchos ataques, injurias y desasosiegos padece la familia de Miguel por la recepción de su legado, que he tachado en varias ocasiones de "Herencia Maldita", pero no hay derecho a que, incluso, haya quien sea capaz por mantener un puesto inmerecido en contra del más elemental sentido de sus esencias, y por ello maneje y enrede hasta el paroxismo, con el trabajo que otros hacen. Es de esperar que el Ministerio correspondiente haga entrega a la familia de la acreditación que le reconoce como periodista y que esta labor le sea agradecida a quien ha llevado el peso de la investigación y ha gestionado tales hechos: El señor Cerdán Tato. Y los demás, a gestionar presupuestos agradecidos y poco transparentes, a enredar y a mantener contradictoriamente unas actividades con muy poca significación esencial. Entretanto, en Elche su Corporación pleiteando con los herederos. Mintiendo en tono mayor y dando las explicaciones peregrinas del mal pagador. Hace unos días un portavoz municipal dijo que no había consignado presupuesto alguno para este año a la Fundación Miguel Hernández de Elche, aunque hay más de 25 millones de las antiguas pesetas para este fin, luego las desviarán para otras cosas. Así que en tanto a la Fundación de Orihuela le mandan desde Valencia millones de euros para muy pocos efectos, en Elche niegan el pan y la sal a los herederos. ¡Y eso que son del mismo partido; que si llegan a ser contrarios, me río yo! Así que ustedes verán amables lectores, paradojas de la vida, hay que seguir pagando viejos favores, ¡ah, y comprando como pueden el silencio de los ahora afines!