Jean Louis G. ha sido condenado a pagar 10.000 euros a su ya exmujer por no haber mantenido relaciones sexuales con ella en años. Qué lastima... Resulta que la esposa, según publicó un periódico francés, alegó en el proceso de divorcio que la ausencia de sexo había provocado la separación además de un deterioro progresivo de la relación de la pareja que la llevó a pedir una indemnización. De nada le sirvió al pobre Jean Louis, de 51 años, alegar que anda estresado y tiene fatiga crónica por exceso de horas de trabajo. Los jueces han considerado que los deberes del matrimonio son sagrados y que no hay excusa que valga a no ser que uno pase por un tribunal médico que corrobore la imposibilidad de hacer el amor. No sé... yo me imagino al pobre Jean Louis frente al juez hecho polvo aguantando semejante humillación y encima teniendo que pagar por no haber cumplido como un hombre... ¿desde cuándo? Porque esta cuestión tiene su aquél. La multa de 10.000 euros por un par de años sin sexo ¿se duplicaría si fueran cuatro? ¿Y por diez años a pan y agua habría que pagar 50.000?, porque así así, alguno o alguna acabaría a cadena perpetua... Resulta paradójico que unos tengan que pagar por tener sexo y otros tengan que pagar por no tenerlo pero, en cualquier caso, igual que uno antes de ir con una prostituta sabe lo que le va a costar, sería bueno aclarar las tarifas por la abstinencia. Algo así como: "Cariño, este mes no lo hemos hecho ni una sola vez. Me debes cien euros". Eso si es él el que no tiene ganas de jaleo, porque hay que reconocer que la cosa se pone mucho más peliaguda si somos nosotras las que optamos noche tras noche por apagar la luz y dar la espalda.

Y es que, ¿qué ocurriría en caso de que la sentencia aplicada a nuestro protagonista se diera al revés. ¿Se imaginan a una mujer plantada delante de un tribunal acusada por su marido de no mantener relaciones sexuales y condenada a pagar por ello mientras ella se defiende alegando que acaba agotada después de todo un día de trabajo? ¿Qué diríamos de esos jueces y de ese marido? Un sátiro -seguro- insensible y egoísta, capaz de cualquier cosa por dinero. No es difícil sin embargo, entender a la exmujer de Jean Louis, sus quejas y su sentimiento de humillación ante la falta de atención continuada de su esposo, el golpe a su autoestima ante la incapacidad de él de asumir que "las relaciones sexuales entre esposos son la expresión de la afección mutua". Él, en cambio, y como mucho, además de un agujero en la cartera, lo único que posiblemente consiga de los demás sea una sonrisa de conmiseración.