Empieza un nuevo curso y con él una nueva programación cultural en Alicante, que todos sabemos que no va a ser fácil. Esta crisis está trastocando unas maneras de actuar, que paradójicamente en épocas de bonanza, han sido excesivamente mediáticas, sin pensar en sus costes ni en su continuidad. Ahora los presupuestos en cultura van a bajar hasta mínimos casi de los años cincuenta, lo cual debería hacernos reflexionar sobre lo hecho para propiciar una gestión más efectiva, más creativa, en el sentido de buscar soluciones que no vayan por el gasto suntuario sino por llevar adelante proyectos de verdadero interés. Si pensamos en la Diputación de Alicante, en la programación de las artes plásticas desarrollada por el Gil-Albert, se ha actuado totalmente en contra de los intereses de los artistas y gestores culturales de la provincia, con proyectos de ínfimo calado de planteamientos casi decimonónicos, cuando no, se ha contado con empresas y artistas de fuera, con un tratamiento totalmente desigual y arbitrario. Contrariamente a lo que se ha hecho en el MARQ, que gracias al trabajo de arqueólogos e historiadores de la provincia, hemos conseguido una proyección internacional, en las artes plásticas no se ha creado una cultura de la información que nos eleve más allá de lo localista. Hoy en día, los artistas de Alcoy, de XàbiaÉ, no cuentan con el Gil-Albert o la Diputación, totalmente ignorados y despreciados.

Ahora entramos en una nueva etapa, ante la que sería bueno pedir responsabilidades de la gestión realizada, para no caer en los mismos errores. Pero para pedir responsabilidades, los nuevos gestores no pueden ser nombrados a dedo sino que deben ser elegidos por su proyecto de trabajo. Es importante que haya una reflexión pública sobre la gestión a realizar, con un presupuesto consensuado, no confiar en que ya se resolverá sobre la marcha, porque sin unos objetivos, sin unas propuestas que muestren la viabilidad de unas actuaciones, sin responsabilidades, la ineptitud durante cuatro años de legislatura repercute en todos. No estamos para perder dinero ni tiempo. El dinero es de todos los alicantinos, y pedimos que si no se depuran responsabilidades ante una acción ineficaz, por lo menos que se resuelva una manera de gestionar para todos, con la creación de un concurso en el que todo personal cualificado pueda presentar un proyecto, sujeto a un presupuesto cerrado, y que un jurado de expertos vote el mejor. Ya está bien de confiar a ver si sale bien. Hay maneras de trabajar muy establecidas en las empresas que sí deben rendir cuentas, y una institución pública las debe potenciar, como representante de una sociedad democrática.