"Las palabras se mueven mucho, cambian de un día a otro, son inestables como sombras, sombras de ellas mismas, que tanto están como dejan de estar, pompas de jabón". Rememoraba esta interesante cita de Saramago mientras estudiaba los cambios recientemente aprobados en la ordenación académica de la ESO y la FP. Unos cambios que, a punto del inicio de un nuevo curso escolar, merecen alguna reflexión, más allá del presente contexto de recortes, también en educación, que amenaza con condicionar, de manera tramposa, cualquier debate sobre las cuestiones educativas.

Los cambios: 1) Un Certificado oficial de estudios obligatorios para los alumnos que finalicen la enseñanza básica sin obtener el título de GES, el cual recogerá el nivel de competencias básicas alcanzado y un informe sobre sus opciones académicas y profesionales posteriores. 2) Organización del 4º de ESO con tres nuevos itinerarios formativos diferenciados (además de los existentes Programas de Diversificación Curricular y de Cualificación Profesional Inicial), orientados a las diversas opciones formativas postobligatorias. 3) Flexibilización de la ordenación de los Programas de Cualificación Profesional Inicial, posibilitando el acceso a la FP de Grado Medio para aquellos alumnos que hayan superado los módulos obligatorios del programa, aunque no obtengan el GES. 4) Flexibilización del acceso a la FP de Grado Medio y Superior, mediante la regulación de sendos cursos de formación específicos para el acceso a los mismos (de 600 y 700 horas mínimo, respectivamente). 5) Posibilidad de obtención del título de Bachiller por aquellos alumnos que hayan obtenido el título de Técnico y superen las materias comunes del Bachillerato.

¿Las motivaciones?: Es cierto que los indicadores de la educación española vienen mostrando de manera persistente una mediocridad que ya nadie discute, y es cierto que tampoco se discute cuánto lastra esa mediocridad las posibilidades de un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, cada vez más necesario para nuestra economía. Da igual que hablemos del abandono educativo temprano (29,1% en 2000 y 31,2% en 2009), de la tasa bruta de graduación en la ESO (73,4% en 2000 y 71,5% en 2008) o del porcentaje de jóvenes de 20-24 años que ha completado algún nivel de Secundaria postobligatoria (66% en 2000 y 59,9% en 2009). Pero, no da tan igual cuando miramos la evolución del gasto público en educación (27.400 millones de euros en 2000 y 50.880 millones en 2008), la del gasto público por alumno no universitario (4.769 euros en 2000 y 5.539 euros en 2008), la del número de profesores en la enseñanza no universitaria (556.000 en 2000 y 667.000 en 2008) o la del número medio de alumnos por profesor ( de 13,2 en 2000 a 12,1 en 2008 para Primaria, y de 10,7 a 9,0 para Secundaria en el mismo periodo).

Las sombras: Estoy persuadido de que la persistente mediocridad de los indicadores citados explican la urgencia en la adopción de medidas que posibiliten su mejora. Pero, lo que se precisa son medidas informadas, medidas fundamentadas en la creatividad y en el conocimiento, no medidas para crear imagen de que existe la política educativa. Así, ¿se conseguirá mejorar nuestra tasa bruta de graduación en ESO con el nuevo certificado oficial de estudios obligatorios o con los tres nuevos itinerarios formativos de 4º de ESO? ¿Disminuirá de manera significativa el abandono temprano de nuestros escolares con las diversas medidas para flexibilizar el acceso a la FP de grado medio? ¿Se incrementará así el número de jóvenes titulados en FP, al tiempo que se potenciará la empleabilidad de los mismos? ¿Se mejora la FP acentuando su configuración como un subsistema formativo paralelo al subsistema de educación y formación general? ¿Es sostenible, en la actual coyuntura económica, un conjunto de medidas que incrementarán el gasto en educación sin evidencias fundadas de mejorar los indicadores citados más arriba? Sombras y pompas de jabón, que decía Saramago.

El camino: "Los buenos sistemas educativos no dicen lo que hay que enseñar, sino lo que los estudiantes deben ser capaces de hacer; son los profesores los que deben decidir cómo dar los conocimientos". Una reflexión de A. Schleicher que vale para enmarcar "otras medidas": a) Establecimiento de un sistema de exámenes nacionales de final de etapa, basados en un conjunto de estándares de rendimiento que establezcan sin ambigüedades los logros que en cada caso habrán de acreditar los alumnos; b) Capacidad de decisión de escuelas y profesores de acuerdo con un modelo que combine más autonomía de procesos, concertación de recursos y control externo de resultados; c) Aplicación de procedimientos de evaluación sistemática de centros y pilotaje de los mismos, con vistas a la intervención externa a fin de asegurar un nivel satisfactorio de resultados para todas las escuelas; d) Atraer a la docencia a las personas más adecuadas y formarlas convenientemente, así como ligar la formación inicial con el acceso al desempeño de la profesión; e) Proporcionar la información necesaria a escuelas y profesores (la docencia una profesión rica en conocimiento) para que sean capaces de facilitar la mejor instrucción a cada estudiante y la intervención pedagógica adecuada, a fin de que ningún alumno se quede atrás y ningún talento se malogre; f) Promover una cultura del logro que impregne el sistema educativo en su conjunto, orientándolo abiertamente a la excelencia y la equidad en los resultados.

"En los momentos de crisis, solo la creatividad es más importante que el conocimiento". Una reflexión de Einstein aplicable a la situación de la educación española. Creatividad y conocimiento versus sombras y pompas de jabón. ¡Hablemos de las políticas educativas no de los "recortes"!