No hay una explicación a lo que le pasa a la economía española. No es que lo digan los expertos, es que cualquier lego ve que cada experto tiene la suya. Al enfermo, imposible de estabilizar, cuando no se le dispara la prima de riesgo, el empleo se le vuelve anémico.

El doctor House nos enseña que hay un momento en que, hasta el diagnóstico siguiente, se debe pensar en el lupus eritematoso sistémico, algo autoinmune por lo que el cuerpo, en vez de defenderse, se ataca. Por eso le menguas el IVA a la vivienda nueva y el cuerpo responde reduciendo la concesión de crédito; abaratas el empleo y sube el paro incluso en agosto; reduces gasto en salarios funcionariales y baja el consumo, paras la inversión pública y detienes el crecimiento.

En House el enfermo es llevado al borde de la muerte en la sucesión de diagnósticos y tratamientos pero, al menos, hay un equipo del mismo hospital de Nueva Jersey. En cambio, el pasillo de urgencias donde aguarda el paciente español, parece un "Opérate como puedas" donde cualquiera que pasa hace un tacto rectal, azota un diagnóstico o rebana un pedazo de muslo con el bisturí.

Los distintos equipos médicos actúan sin acuerdo. Hubo una compra de deuda del Banco Central Europeo que funcionó como una transfusión pero, a cambio, parece que el equipo de Trichet pidió que se extirpara la negociación colectiva de los salarios a lo que el servicio de Zapatero respondió abriendo la Constitución para limitar la deuda.

Al final, por medio de un bypass, el límite del endeudamiento estará en una ley orgánica (claro). La Constitución hasta ahora no se tocaba porque es un órgano situado en una zona delicada, cerca de las coronarias y que afecta a la circulación periférica.

Los mercados, esa infección oportunista, están siempre detrás haciendo temer lo peor.

Doctora Cuddy, que venga House.