Se acabó el verano (en la Toscana, Domingo), ardiente, luminoso, lubricado por la piel de los siglos, sediento de imágenes y goce, yodado de sal histórica, bañado en el sudor del arte y los recuerdos, repleto de calles disfrutadas gracias a los ojos grandes, generosos, que presta la mano amiga, bebido en trago largo, frío, de cerveza rubia y caprichosa escondida a la vuelta de unos mosaicos aquietados por la sabiduría del tiempo. Se acabó el verano (en la Toscana, Charo), con su perezoso infierno de sol levantando temprano la mirada para que Dante pueda recordar que un día viajó allí en compañía de Virgilio, para que el poeta nos lo haga recordar mientras duerme el sueño eterno envuelto en un manto de teselas que la altiva Rávena gustó proporcionarle porque Florencia se las negó. Se acabó el verano (en la Toscana, Begoña), con sus arrogantes torres inclinadas para mejor hablarle a quien se acercare a ellas en busca de sombra y protección, con sus angostas calles abigarradas de lienzos cromáticos que nunca volverán aunque miren con ironía la infantil fascinación de sus visitantes, su epidérmico embeleso. Se acabó el verano (en la Toscana, Susana), cuadro inmóvil pintado por el tiempo, como quería Goya, orgullo de siglos, de historia defendida por sus hijos, de herencia preservada contra cualquier atisbo de invasión, de derribo, de trueque venal.

Se acabó el verano (en la Toscana, Juan).

YÉ se acerca el otoño (en Alicante), una monótona habitación sin vistas que recuerda, indolente, que debes mutar los sueños de la belleza por la pesadilla de la zafiedad; que debes acostumbrar tu vida a la realidad de una ciudad huérfana, sitiada por el enemigo del abandono y la especulación, la suciedad y el olvido; entregada a la ignorancia de sus rectores por falta de compromiso civil de quienes estaban obligados a defenderla, por ausencia de respuestas valientes, comprometidas y libres. Se acerca el otoño (en Alicante), un sol nocturno oxímoron de esa ciudad esclava de la usura de unos cuantos frente al silencio de los más, de ciudad abatida por el cáncer de la codicia y la metástasis de la vulgaridad, desposeía de pasado y desprovista de futuro merced a la deserción ciudadana, empresarial, universitaria, de colegios profesionales y de intelectuales libres ajenos al diezmo del amo.

Se acerca el otoño (en Alicante), y como los árboles vencidos por el peso de la desidia, por la carcoma del abandono, por la falta de savia nueva e inteligente en sus raíces, nos va dejando la huella de unas hojas caídas que nunca volverán a florecer; de otros otoños y otras hojas marchitadas hasta la consunción sin que la ciudad, sus políticos, sus arterias civiles e intelectuales reaccionaran: Fábrica de Tabacos, Iberia, Transmediterránea, Aluminio Ibérico, actividad mercantil portuaria, CAM, Coca-Cola, Corredor Mediterráneo, Palacio de Congresos, falta de frecuencia y calidad en enlaces ferroviarios, Universidad dividida, alarmante falta de peso político e institucional en Madrid y ValenciaÉ A cambio, suciedad, grafitos y pintadas, botellón, ruido, ausencia de criterio político-urbanístico, mendicidad, gorrillas y prostitución en las zonas más turísticas y visitadas, dejadez en parques y monumentos, abandono de la Explanada, entregada a la venta ambulante de productos falsificados, edificios en ruina, falta de dotaciones educativasÉ

Pero claro, nuestra casta política -ahíta de una mediocridad que ni en sus mejores sueños habría aspirado presidir su comunidad de propietarios u ocupar cargos públicos de no mediar la amistad, el enchufismo, la relación familiar o sentimental de quienes mandan- cierra los ojos a la ciudad cuando advierte que su mirada no coincide con la mirada de sus jefes políticos. Se hace carrera política en Alicante, pero no por Alicante y para Alicante; se hace carrera política en Alicante, pero como trampolín para otras metas más apetecibles. Reparen en las vergonzosas defecciones de políticos y políticas producidas cuando fueron derrotadas en las urnas municipales, algunas de ellas tan rápidas que apenas dieron tiempo al sustituto o sustituta de ir a la peluquería para hacerse la permanente. Esos y esas prometieron gobernar Alicante con la misma pasión con la que salieron corriendo en busca de mejor acomodo. Después de la derrota no pienses en mí. Así luce la ciudadÉ y los perros. Incluso quienes ocupan los más altos cargos de responsabilidad ciudadana tienen puesta su mirada más allá de la ciudadÉ y los perros.

De ahí que por las noches, mientras el verano (en la Toscana) languidece entre guiños de viaje, sombreros imposibles y hoteles por descubrir; cuando las imágenes de gárgolas y grifos ocupan indolentes las esquinas de silenciosas calles entregadas al recuerdo y la amistad, a la sencillez y el afecto, al vino blanco y la tertulia, a la comprensión y la cercanía, evoque más que nunca algunos nocturnos de Chopin -sobre todo los regalados por María Joäo Pires-, balsámicos, cálidos, embriagadores, cercanos al sol nocturno que palidece mientras el reloj del tiempo se para porque, después de la Toscana, siempre mirará hacia atrás.