Transcurrido ya más de un mes desde que el Consejo de Administración de la CAM tomáramos el acuerdo de manifestar al Banco de España la imposibilidad de encontrar una solución viable ante los requerimientos que el mismo Banco de España nos hacía para ser realizados en 10 días, considero que no está de más, ante la gran cantidad de noticias, comentarios y opiniones que se han vertido tras el encargo provisional a los administradores del FROB de la gestión de la CAM, hacer algunos comentarios sobre lo que ha ocurrido con el ánimo de que la opinión pública pueda tener más elementos de juicio para opinar y actuar sobre la situación actual.

Vaya por delante que escribo esto a título personal y sin que mis palabras y opiniones incluyan a todos los otros miembros del Consejo de Administración de la CAM. Cada uno de nosotros entiendo que ha asumido esta situación según su manera de entender lo que ha sucedido, cosa que respeto, pero considero que debo de expresar públicamente lo que pienso. Ante los que aconsejan que cualquier manifestación por algún consejero pueda ser interpretada negativamente por el Banco de España por la posible apertura de un expediente, yo todavía pienso que este sigue siendo un país libre y no creo que a nadie se le pueda juzgar o sancionar por sus ideas, máxime cuando las expresa en unas condiciones tan adversas.

Durante este mes hemos asistido a la aparición de una enorme cantidad de informaciones de noticias referidas a la CAM que se han cebado fundamentalmente en los aspectos negativos relacionados con la misma. No está de más aclarar que la gran mayoría de esas informaciones ya eran públicas con anterioridad, aunque publicadas todas concentradas hayan podido dar una impresión de novedad. Por ejemplo, en los Informes de Gobierno Corporativo anuales, donde se relacionan los créditos a los consejeros supervisados por el Instituto Valenciano de Finanzas y conocidos por el Banco de España, se pueden ver desde 2007 colgados en la página web de la CAM (www.cam.es). Con independencia de la oportunidad y condiciones de esos créditos de los que cada uno de los peticionarios es responsable y que contaba con el informe favorable de los técnicos de la entidad (y hay que añadir que a fecha de 21 de julio ninguno estaba en situación de mora), no está de más recordar que esta no es la cuestión por la que el Banco de España comunicó a la CAM la necesidad de tomar decisiones urgentes. Si esto fuera así, la intervención del Banco de España se tendría que hacer en una gran cantidad de Bancos y Cajas que tienen incluso mayores cantidades en préstamos a sus consejeros (ver el artículo publicado en Cinco Días el pasado 16 de agosto o en las páginas web de esas entidades).

Respeto todas las opiniones que se han vertido, aunque considere que muchas de las mismas se han expresado sin prestar mucha atención a lo que ha sucedido durante el último año.

Creo que no es mucha novedad decir que desde el mes de mayo de 2010 hasta el primero de abril de este año, la CAM y, por lo tanto las decisiones de los consejeros, se tomaban siguiendo instrucciones del Banco Base, el SIP o grupo integrado con otras tres cajas, habiendo incluso delegado los poderes en un consejero-delegado ajeno a la entidad. Lamentablemente más de un año perdido en la búsqueda de soluciones y alternativas que ahora se han demostrado necesarias.

Dentro de mi responsabilidad de consejero, no creo haber actuado nunca en contra de los intereses de la CAM e incluso, la decisión de poner en manos del Banco de España la gestión de la entidad, estuvo motivado porque tanto clientes como beneficiarios de la misma no se vieran sometidos a la progresiva escalada de incertidumbre que se estaba asentando en la opinión pública y que, a pesar de que se podía haber prolongado por unos días, no hubiese hecho más que aumentar.

El mayor problema de la CAM (eludo las cuestiones políticas que alguien debería de explicar cuanto antes), a mi parecer, ha sido el quedar en solitario en un panorama de reordenación de cajas de ahorros en el que la gran mayoría han formado SIP y fusiones con otras. Nuestra situación no era ni es muy diferente a las otras de las que no voy a dar nombres, pero el pecado ha sido fundamentalmente la soledad a partir de la ruptura del SIP el 30 de marzo pasado. El impacto que eso supuso para el deterioro de la imagen pública de la entidad, no contrarrestado en absoluto por los responsables públicos ha llevado a una profecía autocumplida de empeoramiento de la situación de la CAM.

Que nadie crea que estoy tratando de eludir la autocrítica con estas consideraciones anteriores. La política de expansión emprendida por la CAM en la década pasada, estaba pensada para un periodo de gran disposición de financiación y endeudamiento exterior. Posiblemente no se tuvo la suficiente prudencia para frenar ese crecimiento ante la posibilidad de un cambio del viento. Pero es que en estos días donde he repasado la posición de los organismos internacionales y nacionales en esos años, pocos eran los que daban señales de alerta sobre un cambio de la situación. El resultado no puede ser más evidente: Práctica desaparición de las Cajas de Ahorro como entidades financieras y reducción de entidades casi a un tercio de las existentes previamente.

De las noticias publicadas, hay una que me ha llamado poderosamente la atención. COEPA ha manifestado públicamente que le mintieron quienes le informaron sobre la CAM y que ellos no creían que se estuviera tan mal como para esa "interrupción temporal". Tanto COEPA como muchos de sus afiliados, deben saber que el principal problema con el que se ha enfrentado la CAM ha sido la cuestión relativa a su excesiva inversión en activos inmobiliarios junto con la financiación mayorista externa en los mercados de capitales. No sé quién les informó para que digan esas opiniones públicamente, pero deben saber que lo que ha deteriorado las cuentas de la CAM es la exigencia del Banco de España de que se rebaje el valor de los activos inmobiliarios (VPR). Mucho bien hubiese hecho a la CAM por parte de COEPA si en vez de hacer esos comentarios, se hubiese comprometido a que todos sus asociados hicieran frente a los créditos y préstamos que tienen firmados con la CAM, contribuyendo de esta forma a la disminución de la morosidad.