Uno de los consejeros más pintureros de Cam -la competencia en este campo ha sido atroz- de los que la entrada del cuerpo de interventores se llevó por delante solía decirme: "Escribes demasiado de fútbol". Cuando me lo encontré el viernes pasado le noté en la cara que se quedó con ganas de recriminarme que no hubiera centrado la atención en los líos futboleros. A José Manuel Uncio, vicepresidente de la Comisión de Control de la Cam, va a ser más difícil encontrárselo por el ritmo de vida que ha sido de lo más comentado en las últimas horas. Para un hombre que entra en escena a mediados de los noventa con una simple asesoría del entonces edil del Ayuntamiento de Valencia José Luis Olivas, la exhibición de deportivos de gran cilindrada y la aparición por Formentera a bordo de un yate de los guapos es una muestra apreciable de ese lado de sacrificio y renuncia que comporta el servicio público. Por si no les suena, este hombre estuvo una década al frente del Instituto Valenciano de Finanzas desde donde participó en la financiación de Terra Mítica, la Ciudad de las Artes, la contratación de Julio Iglesias... Y en la caja, el órgano del que forma parte es el que tiene encomendada la supervisión y vigilancia de la gestión del Consejo cuidando que dicha gestión se desarrolle con la máxima eficacia y precisión. El sentido de la austeridad desplegado por Uncio en el ámbito público y en el privado ha debido suponer -porque ahí sigue- una garantía indudable para que la caja no perdiera el norte en momentos propicios al desenfreno. Si a eso añadimos que el presidente de la comisión y exconcejal del pepé en el Ayuntamiento de Murcia, Juan Ramón Avilés, pertenece al sector del ladrillo y tiene cuitas pendientes con la Justicia por falsedad y por estafas procesales, lo que tendrían que hacer los interventores del Banco de España todavía es darle una mención honorífica a la caja por el aspecto que mantiene.