Seguimos inmersos en una grandísima crisis económica y financiera, que empezó en Estados Unidos con las hipotecas "subprime" y siguió con la quiebra de Lehman Brothers. Tras el "resfriado" financiero en el país de Barak Obama, nuestro continente cogió una auténtica "pulmonía" y, hoy en día, seguimos realmente "enfermos". ¿Cuál es la causa por la que nos contagiamos tan fácilmente? Sencillamente, porque somos producto de una "globalización económica y financiera". Una globalización económica que tiene, desde mi punto de vista, aspectos más perniciosos que ventajosos, tal y como está conceptuada, y a las pruebas me remito.

A finales de los años noventa, los "gurús" economicistas de nuestro país aplaudían un sistema global que sirviera para que hubiera transacciones económicas y financieras de un lado a otro del nuestro planeta sin control. Eso sí, castigando a las economías internas de los países y con el riesgo que determinadas industrias se trasladaran a otros países donde la mano de obra era más barata. Aquí en España, hemos tenido varios ejemplos en los últimos años, y ese "dumping social" no ha servido más que para cerrar empresas, recortar plantillas y no para una disminución en los costes finales.

La crisis que se vive en medio mundo la han provocado unos empresarios sin escrúpulos, avariciosos en ganar dinero a corto plazo y no los ciudadanos ni los trabajadores ni trabajadoras. Eso sí, son estos últimos los que van a pagar la factura. Aquí, en nuestro país con un recorte social nunca visto, donde a los empleados públicos les recortaron su salario, las pensiones se congelaron, se suprimió la retroactividad sobre la Ley de la Dependencia, y se hizo una "contrarreforma laboral". Y eso de crear un impuesto para gravar a los más ricos, ahora, no toca. Al presidente Zapatero (casi ex) y al PSOE hay que decirle que se castigó a un sector como los funcionarios que con un salario más o menos estable podían haber tenido un mayor consumo que otros sectores que no tienen ese privilegio, y por tanto con ese recorte salarial se perjudicó, claramente, al consumo y a la reactivación económica. Eso sí, su gobierno eliminó el Impuesto de Patrimonio (que tenían que declarar los más pudientes de nuestra economía) y no quiere saber nada de las SICAV (Sociedad de Inversión de Capital Variable), cuyos rendimientos tributan sólo al 1 por ciento, y tampoco de una reforma fiscal que grave más a los que más tienen. Ahora Rubalcaba -para conseguir los votos de la izquierda- parece que quiere recuperar algunos de los aspectos sociales que en esta última legislatura se eliminaron. Los candidatos a la Presidencia del Gobierno deberían tener un mayor compromiso con el "contrato" hacia los electores, y si se incumplen elementos fundamentales del programa electoral de los partidos debería haber fórmulas para que los ciudadanos pudieran enmendar los errores de nuestros gobernantes.

¿Por qué para salir de la crisis los gobernantes socialistas o socialdemócratas tienen las mismas recetas que los líderes conservadores o de derechas? Al final, el ideario sólo sirve para llegar al gobierno, después se hace la política que los más poderosos imponen, esto es las multinacionales, trasnacionales o lo que ahora se denomina "los mercados".

¿Es tan difícil que los teóricos de la izquierda reflexionen sobre el futuro? ¿A qué se espera para lanzar ideas sobre cómo abordar la actual globalización financiera y económica? No podemos seguir en manos del FMI, del Banco Central Europeo u organismos que no han sido capaces de prever una crisis como la actual. ¿Qué credibilidad tienen estos organismos para darnos las recetas para salir de la crisis económica? No podemos salir de la crisis por los mismos caminos que la han provocado. Y qué decir de la Unión Europea. Ya está bien.

Y capítulo aparte merecen las agencias de calificación. Según declaraciones recientes del profesor y experto en economía, Emilio Ontiveros, a la cadena de televisión pública TV1, dichas agencias están participadas de empresas con intereses financieros y, por tanto, se entraría en un conflicto de intereses. Casi nada. ¿Qué intereses defienden? ¿Quién está detrás de sus aseveraciones?

Por otro lado, es necesario un replanteamiento y/o disminución de organismos e instituciones que pueden estar engordando la deuda de la Administración Pública. Muchos ciudadanos ponen en tela de juicio el actual Estado de las Autonomías, las diputaciones provinciales, las corporaciones locales que, en muchas ocasiones, están endeudadísimas, los cargos públicos con sus coches oficiales, secretarias, escoltas y privilegios que, hoy en día, dejan mucho que desear. Y también vale esto para los dirigentes sindicales que tengan chóferes, escoltas y prevendas desmesuradas. También los sindicatos UGT y Comisiones Obreras deberían poner en práctica una "economía de guerra", ya que todos estamos en crisis. ¿O no?

Insisto, la izquierda política, sindical y social de nuestro país debería repensar el futuro que queremos para las generaciones futuras, y poner las bases para que no se repita un nuevo "tsunami financiero y económico".