Tengo un amigo muy aficionado a las palmeras. Durante treinta años fue completando una colección que alcanzó los doscientos ejemplares procedentes de diversos países, especialmente Latinoamérica, trasplantándolas en un terreno propiedad de la familia. Así, en Vistahermosa, creó un verdadero bosque de palmeras cuidadas con esmero y dedicación; llegado un momento pensó que ese palmeral, inédito por su variedad y exotismo por estas tierras, merecía ser exhibido y admirado por todo el mundo y se le ocurrió construir en el entorno un pequeño apartotel de 14 habitaciones con las mejores instalaciones, que hoy es una espléndida realidad: "El Palmeral de Madaria". Enrique de Madaria, un brillante ingeniero de posición acomodada, se embarcó en un proyecto de riesgo que satisfacía sus inquietudes botánicas y se convirtió en un emprendedorÉde 60 años! Hace unos días invitó a unos pocos amigos a visitar el inmueble jardín, dejándonos a todos con la boca abierta, como suele decirse coloquialmente. Y surgió la inevitable conversación sobre los llamados "emprendedores", expresión que suele aplicarse a gente que no supere los 40 años. Y la consiguiente pregunta: ¿Por qué no se considera emprendedor a quien supere esas edades? ¿Por qué las instituciones suelen incentivar y ayudar con subvenciones solo a la gente joven? Pues probablemente porque no es habitual que alguien que ande por los sesenta piense en proyectos inciertos, comprometiendo además el patrimonio familiar, como es el caso. Y sin embargo puede ser una solución, una salida profesional para la multitud de desempleados que hoy se encuentran perdidos, descolocados y en muchos casos son víctimas de la depresión por no saber por dónde tirar.

El caso de mi amigo es especial puesto que no ha empezado desde cero; pero sí ha vuelto a empezar. No es necesario tomar este caso como modelo, aunque sí la idea, el impulso y la valentía que puede servir de ejemplo para quienes habiendo alcanzado la plena madurez claudican, olvidando o subestimando su propia experiencia y capacidad para acometer nuevos proyectos. Nunca es tarde.

El empleo por cuenta ajena es más seguro, lógicamente; pero la ilusión que produce pensar en otras perspectivas es un valor añadido a la experiencia y la capacidad. Obviamente, todo es aplicable también a los jóvenes que inician su vida profesional, y que animados por la audacia y la urgencia de la juventud ya se están espabilando, aprovechando el paro obligado para retomar estudios abandonados demasiado pronto o matriculándose en cursos de perfeccionamiento de sus respectivas profesiones. Es, si no el único, sí el mayor beneficio que está aportando esta crisis que no tiene pinta de finalizar a corto plazo. Cualquier actividad profesional, artística o técnica, es susceptible de reciclaje por dificultoso que resulte, y en un momento donde el desencanto se ha adueñado de la mayoría de la población todavía más. Y acometer una nueva actividad, aunque sea forzado por las circunstancias, tiene un componente ilusionante que vendrá a reforzar las habilidades de cada cual: la creación artística en sus muchas disciplinas, la actualización de cualquier oficio, la continuidad en la búsqueda y realización de cualquier carrera, la creación de pequeñas empresas que pueden ser unipersonalesÉson algunos ejemplos para reflexionar. Pero sobre todo dirigido a la franja de edad de los 40 a los 60 años, cuando un hombre o una mujer es capaz de ofrecer lo mejor de si mismos. Todo antes de caer en el desánimo. Para lo que hay que urgir a las diversas administraciones a cambiar "el chip" y encontrar fórmulas de apoyo económico a los emprendedores, palabra que no debe en absoluto ser sinónimo de la palabra "joven".

La perla. "Si un hombre no es capaz de luchar por sus ideas es porque las ideas no son buenas o no se trata de un buen hombre" (Platón).