Algo va mal es el último ensayo del historiador británico Tony Judt, escrito en los últimos meses de su vida en los que sufría una dolorosa enfermedad. En este libro, Judt hace un valiente manifiesto en defensa de lo público, en una época en la que la hegemonía de la economía y el capital consagran la privatización como el único sistema capaz de hacer funcionar la vida pública.

Judt nos habla primero de lo que hemos perdido, de la ruptura del "consenso keynesiano" establecido después de la II Guerra Mundial por los Estados europeos. Este era un medio de consolidar la democracia y salir de la crisis política. Entonces el Estado de Bienestar y sus elementos base eran sagrados para los Estados de Europa y sus líderes, desde la izquierda hasta la derecha, se esforzaron en consolidar y desarrollar. Este consenso "keynesiano" en torno al Estado de Bienestar se rompió en los años ochenta con la "revolución conservadora", liderada por Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña. Este nuevo liderazgo político y la caída del muro del Berlín en 1989 y el posterior hundimiento del comunismo, hizo que la socialdemocracia quedara en un debate y busqueda ideológica (quizás persistente hasta nuestros días), en los que se duda entre las medidas propias del liberalismo y la defensa de las políticas sociales tradicionales.

En este sentido, la claridad de Judt en su definición y defensa de los principios de la socialdemocracia es todo un alivio. Nos dice de que lo que tenemos ahora es "la insoportable levedad de la política" en todas sus vertientes y su sustitución por los valores individuales, como afirmaba Margaret Thatcher "la sociedad no existe, sólo hay individuos y familias". En la actual crisis, hemos visto cómo ésta ha servido para consolidar estos principios y establecer una especie de "culto a lo privado". En una Europa en la que vemos atónitos cómo los mercados derriban a los Estados (Grecia, Irlanda, Portugal...), se imponen las políticas liberales como el único medio para salir de la crisis.

Nadie recuerda la necesidad que tuvo los Estados Unidos y el mundo en general cuando tras la crisis más grave anterior a la actual (la de 1929), el New Deal de Roosevelt y las políticas de intervención pública salvaron a los Estados Unidos y a sus socios occidentales, de caer en una crisis aún más profunda. Pero como dice Judt, este es el mundo que hemos perdido.

Hoy vemos como la política es exactamente la contraria a la que se dio en aquellos tiempos. Se aplica la reducción del Estado y el recorte en la inversión pública. Al mismo se impone la privatización y se plantea el inicio del desmantelamiento del Estado de Bienestar. Lo estamos viendo claramente, por ejemplo en la sanidad pública: en la que algunos líderes (también en España) optan por la creación de centros privados a imitación del modelo británico (donde las clínicas privadas sufren crisis periódicas y los más desfavorecidos quedan al amparo de un sistema asistencial deficiente) o el resucitado sistema del "copago" (recientemente aprobado en Italia) con el que se le hace pagar por dos vías al contribuyente, pero no se mejora la gestión. Planteamientos similares, aunque menos claros, estamos viendo en el sistema funcionarial, en el mundo educativo y en el sistema de pensiones.

¿Qué hacer? Es lo último que se pregunta Judt en Algo va mal. En primer lugar manifestar nuestra disconformidad, a través de las diferentes vías que tiene la sociedad y que no son sólo los partidos políticos (asociaciones, sindicatos y otras muchas), y en segundo lugar manifestar nuestra disidencia, acción que para Judt atribuye sobre todo a los jóvenes (en España, el 15-M ha sido un buen ejemplo). Sin embargo, afirma que en los jóvenes está el serio peligro de la desafección hacia la política, del desentendimiento y de la falta de compromiso. Concluye: debemos hallar una forma en la que las autoridades escuchen y respondan a quienes son su base y les paga: nosotros. Gracias, Judt, por su legado.