Profesionalidad y autodidactismo pueden parecer términos contradictorios pero no tiene por qué, como en casi todo depende de los casos. En la realidad contemporánea, multidisciplinar y heterogénea, nos encontramos con una de las posturas más coherentes que siempre han tenido lugar en la trayectoria del artista, la formación y el conocimiento necesario para poder desarrollar un trabajo en el que confluyan los intereses del artista. En las Escuelas oficiales, como en cualquier otra institución formativa, depende de quién dé los contenidos, conceptos y técnicas, de la sensibilidad o de la capacidad de recepción del alumno para desarrollar la investigación artística o simplemente caer en una dinámica vacía de contenido. A veces, el ambiente de los compañeros de estudio es mayor estímulo para indagar en caminos propios. En las universidades alemanas o americanas, el artista consagrado tiene un papel importante en talleres y conferencias. Esta experiencia directa en las Escuelas de Bellas Artes españolas no es la norma, siendo el autodidactismo una parte esencial en la formación de nuestros artistas, cada uno viaja o busca la información y la experiencia que realmente tiene que ver con él.

En la exposición de escultura que podemos ver en la sala del Club INFORMACIÓN, de Frutos María, nos encontramos con un ejecutor de formas en un material duro, difícil de manejar, el hierro. Con él construye todo un ejercicio de formas que van desde la exaltación de su estructura física hasta el elogio de la geometría, basándose en la escuela vasca de escultura contemporánea, Oteiza y Chillida, fundamentalmente. Es imposible que sin un conocimiento exhaustivo del método de trabajo se pueda hacer una obra coherente en este material. El excesivo peso, la dificultad evidente de su transformación, hacen casi inviable su tratamiento para quien no sepa dominar sus dificultades. La necesidad de expresión de Frutos no nace de la mera afición ni de la formación artística académica, sino de su experiencia en la escuela de formación profesional, en los talleres de mecánica, donde debía realizar complejos ejercicios, con una precisión en la medición de la estructura cúbica, en hierro. Su profesionalidad está en la decisión de construir piezas en un material que conoce, con la intuición clara de dejar que la mente vuele entre formas y volúmenes en el espacio, sabedor que a veces este autodidactismo feroz puede acumular experiencias y hallazgos, y plantear la existencia de otros mundos, utilizando las formas de la abstracción.