Se volvió azul la noche de aquel día, con los socialistas boca abajo y Domingo Soler sin su soñada alcaldía. Al margen de ripios y sesudos análisis a toro pasao, el PP con su nuevo candidato, Eduardo Dolón será proclamado alcalde de Torrevieja. Suerte, como le deseé cuando fue designado. La va a necesitar. Me duele, lo del líder de Izquierda Unida, José Manuel Martínez Andreu, quien ha quedado fuera de la nueva Corporación Municipal, incomprensiblemente hasta para sus rivales políticos, excepto algún mostrenco que otro. Siento y mucho lo del exedil de izquierdas, como persona y político sin doblez. Como trapecista que ha trabajado siempre sin red. No es la hora de las alabanzas que, cuando más tarde lleguen, mejor. Martínez Andreu sólo se ha caído del trapecio y, aunque el "costalaso" ha sido gordo, espero que lo supere.

José Manuel Dolón y Pepe Hurtado, de Los Verdes, ambos incombustibles, seguirán siendo el azote del PP. El tipo de oposición a ejercitar por Domingo Soler es en principio una incógnita. Ocurre lo mismo con el nuevo PSOE al frente de Ángel Sáez. Sendos políticos, uno con largo recorrido y el otro nuevo en plaza esperaban otros resultados. Lo de Alternativa por Torrevieja de Manuel Vera estaba cantado. No ha salido ni él, pero ha cumplido su labor. Favor con favor se paga.

Igualmente ha ocurrido con el emprendedor y deportista José Serna de UPyD. Que uno sepa a este en política no le debe nadie nada. Los del Partido Humanista, lo mismo que siempre. No hemos llegado a conocerle ni oir o leer algo de su candidato.

Del puchero a los apoderados . Lo que durante las primeras elecciones, tras la restauración de la Democracia en este país, se convirtió en una autentica fiesta de las urnas ha degenerado hasta configurarse en una tragicomedia por un puñado de votos, pero el sistema es el sistema. Los partidos mayoritarios así lo impusieron y no tienen intención de modificarlo. Las formaciones minoritarias saben de sobra a lo que juegan y, por lo tanto, los lamentos al maestro Armero.

De otros tiempos han perdurado palabras como pucherazo, viene de puchero, en referencia a los antiguos comicios. Quienes podían para seguir teniendo poder pagaban a cambio de uno o varios votos el importe para poder condimentar un puchero. Cuentan que en este pueblo una vez amarraron un toro a la puerta del colegio electoral donde votaba la oposición, y en otra ocasión adelantaron una hora el reloj de la iglesia impidiendo a un candidato concurrir a una elecciones por presentarse fuera de plazo. "A la jota jota", dicen los caciques, "a romper las urnas que estamos a pique", cantar oído hace mucho tiempo a personas muy mayores.

Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad como reza una canción. Los puchero ya no son para un día. Al menos aseguran el alimento para cuatro años o para toda su vida. Quienes ya gozaban de esta prebenda quieren seguir como están y los que esperan recibirla se lo recuerdan a los "apoderados" cual enjambre de encantadores de serpientes . "¡Qué calvario !", como diría mi amigo Paquico el Calafate. Es posible que cuando pase mucho tiempo, generaciones venideras se echen las manos a la cabeza al valorar las leyes electorales hoy vigentes y sus múltiples vericuetos. Harán lo que hacemos ahora respecto al pasado. ¡Qué vergüenza!