El pasado Martes Santo, tras el alegato reiterado por Rubalcaba a sus correligionarios arengándoles a que se dejaran de tanto traje y ofrecieran más propuestas, deslicé un paralelismo titulado "El carrerón" que conduje así: "En alguna medida el partido de los socialistas de por aquí cada vez tiene más rasgos en común con el piloto Fernando Alonso. Por el tiempo que hace que no reinan y por lo que puede quedarles para retomar la hegemonía. Además, tanto el uno como el otro parecen estar peleados con el mundo. Es posible que la razón estribe en que la responsabilidad de lo que les pasa suele ser de los demás...Resulta complicado recordar la de pilotos que han intentado enderezar el rumbo de la escudería socialista". El 22-M coincidieron ambos grandes premios. Tras los resultados, las consecuencias no se han hecho esperar y han rodado cabezas. En Ferrari, claro. El número 2 de la escudería no ha sobrevivido al tremendo revés de comprobar cómo, al rodar más lento que nueve coches, el monoplaza rojo era sometido a la ignominia de ser doblado en las últimas vueltas. A conductores y probadores del pesepevé, el escarnio sufrido no les agobia hasta el extremo de poner pies en polvorosa. Todo lo contrario. La respuesta a lo acontecido consiste en echar el freno de mano. Se trata de darle vueltas y más vueltas al prototipo para dejarlo donde está, sólo que en peores condiciones con cada desafío. El problema detectado en el bólido que maneja el asturiano es similar al del pesepevé. El caso es que no hay manera de que agarren. Uno porque el modelo no cuenta con la aerodinámica necesaria para mantenerse pegado al suelo y, el otro, porque ya se le mueve hasta el suelo en vista de que siguen sin dar con el modelo. Y, por si fuera poco, desde boxes los contemplan atenazados Zapatero -de presidente da cosa, pero de mecánico del partido, tela- y Botín. Este último, aparte de apoquinar 40 millones por temporada, ha unido en la campaña la marca del Santander a la de Ferrari como "dos grandes equipos en los que se puede confiar". Igual se trata de un mensaje para animar a las cajas.