Cuanto más tarde Rodíguez Zapatero en convocar elecciones generales anticipadas, más fuerte va a ser el batacazo que se va a pegar su partido. En las municipales del pasado domingo el PSOE registró un descenso de siete puntos, contra el ascenso de dos puntos experimentado por el PP. Aunque cada modalidad de comicios tiene sus propias reglas y claves, es posible calcular que ambos movimientos, aplicados a los resultados de marzo de 2008, darían un 33% al PSOE y un 42% al PP, prácticamente coincidentes con lo pronosticado por el barómetro del CIS de abril. Con estos resultados, el PP podría llegar a la mayoría absoluta, pero el PSOE aún estaría capacitado para ejercer de oposición. Si la distancia aumenta, dicha capacidad puede verse seriamente cuestionada y las bases para la recuperación, gravemente resquebrajadas.

Pero Rodríguez Zapatero insiste en mantener el calendario que no prevé la consulta a las urnas hasta dentro de diez meses, con el argumento de la responsabilidad. "Estamos en un momento trascendente para culminar reformas porque el objetivo fundamental es garantizar la recuperación económica", afirmó la noche de autos. Como si la debilidad política en que se va a ver instalado, ahora más que nunca, fuera el estado más propicio para adoptar las decisiones desagradables y polémicas en que se deberá traducir la aséptica expresión "culminar reformas". Si hay que hacer cosas importantes, de calado, que afecten a las grandes regulaciones de lo económico y lo social, deben hacerlas unas Cortes y un gobierno con cuatro años por delante y pertrechados con la armadura moral de una victoria, en lugar de unos desamparados por la inminencia de la expulsión a los desiertos exteriores, donde reinan el llanto y el crujir de dientes. Pero el presidente y secretario general socialista no está por la labor del adelanto. Culminada la pérdida de las grandes ciudades y los gobiernos autonómicos, las próximas elecciones van a dejar al PSOE en la más destemplada de las desnudeces, y quizás sea humanamente comprensible que pretenda dilatar la llegada del temible momento. Por otra parte, necesita su tiempo para realizar las primarias, y alejar su fragor cainita de la fecha electoral. Pero nada de lo que haga cambiará el signo de los tiempos. Tras la caída de González, el PSOE tuvo una segunda oportunidad, y la ha malgastado sin contemplaciones.