Mañana echan el cierre. Se van. Los echan. Los ha echado la audiencia. Suena mal, pero es así. El negocio es el negocio, y Sé lo que hicisteis ya no era negocio para La Sexta. Han sido cinco años de gloria, con una última etapa de tristona decadencia de intentos de reflotación patéticos, como el último, el de apenas hace unas horas desmontando el antiguo plató y cambiándolo por algo que recuerda al bar de Friends. Nada. Poner una barra, un sofá, y sentar a cuatro figurantes no cambia nada. La idea estaba agotada, la marcha de Ángel Martín antes del derrumbe en directo de mañana parece premonitoria, y aunque no es cosa de echarse a la calle para llorar por las esquinas, sí noto un cierto vacío. Puro egoísmo. A esa hora, exceptuando las bondades de La 2, más tonterías de las justas en casi todas las cadenas. Desde mañana, la sin sustancia será más gorda.

El programa tuvo momentos álgidos cuando hacía del recochineo bandera y patria del humor, azotando como merece, con imágenes probatorias para que la ciencia fuese exacta, a Telecinco y sus cochinadas. Pero llegó la prohibición. En tromba. Ni imágenes de Telepaquirrín, ni de Antena 3, ni de Cuatro. O sea, siguieron sabiendo lo que hacían las otras cadenas. Pero sin imágenes, la cosa devino. Siempre habrá un hueco para el equipo del programa en nuestra memoria agradecida. Casi estoy convencido de que La Sexta, y Sé lo que hicisteis en particular, con su formato revolucionario anti siesta, es una de las factorías que más talentos ha puesto en órbita en los últimos tiempos. Incluso consiguió que Patricia Conde demostrara que no parecía la tonta que sí parecía ser. Por supuesto que estos días, como era de esperar, han bromeado con el cerrojazo, peroÉ