Estoy seguro de que quiso decir lo que dijo cuando Isabel San Sebastián dijo que algo bueno tiene el terremoto de Lorca, y es que gracias a él se reactivará el aletargado sector de la construcción. La gurú de la derecha más rancia y extrema -según vemos parece no haber otra- habló en el oráculo que Esperanza Aguirre les ha montado en su tele, y me he preocupado en recuperar el vídeo y degustarlo. No es para tanto. La recuerdo de otras veces mucho más resabiada y apocalíptica. Digo más. Dijo lo que quiso decir, pero sólo eso, es decir, no ve en el terremoto de Lorca un motivo de alegría sino una nota positiva en mitad de tanta tragedia. Quizá, con los cadáveres aún calientes, con demasiadas casas a las que aún no puede volver la gente, con los campamentos trasegando atenciones que son imprescindibles, no fuese oportuna esa opinión, pero nada más.

Sin embargo, aprovecho de soslayo lo que representa la ideología de esta señora en este país donde muchos políticos se ufanan de ser liberales en lo económico, es decir, viva el mercado, a la mierda el Estado, salvo que haga falta para que arregle el expolio de los mercados -qué es eso, con lo fácil que es decir capitalismo salvaje. Bien, mucha gente que ve al Estado como enemigo público número uno al que hay que expulsar del reino de la educación, sanidad y otros negocios poco explotados por la empresa privada, ha de responder a una cuestión obvia. ¿Qué hubiera sido de miles de ciudadanos -lorquinos, que no lorquianos, que ese es otro verso- si el Estado fuese la entelequia por la que los liberales apuestan? ¿Dónde está San Mercado cuando hay una catástrofe? Ahora sólo falta que la bola de las incipientes protestas callejeras ponga al capitalismo en su sitio.

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