Ha terminado la temporada de Opera en el Met de Nueva York. Ha sido brillante. De Wagner a Wagner hemos viajado a través de la música de Donizetti, Puccini, Verdi, Gluck, Rossini y Strauss, nos hemos deleitado con las voces de Plácido Domingo, Juan Diego Flórez, Anna Netrebko, Renée Fleming o Dmitri Hvorostovsky y asistido a espectaculares puestas en escena de El Oro del Rin, Boris Godunov, Don Pascuale, Don Carlo, La Fanciulla del West, Ifigenia en Tauride, Lucia di Lammermoor, El Conde Ory, Capriccio, Il Trovatore y La Valquiria.

No he viajado a La Gran Manzana, ojalá, si no a los Yelmo; gracias a estos cines y a Información con su patrocinio se nos permite disfrutar a un buen número de ciudadanos del mejor Bel Canto en directo y alta calidad a un precio razonable, popularizando y democratizando la ópera.

La ópera en directo es cara, los divos y divas, las orquestas y sus directores, que también son divos, el montaje en su conjunto cuesta mucho dinero y al ser cultura la Generalidad la subvenciona pero habría que plantearse, sobre todo en épocas de crisis, si no hay mejor destino del dinero público que el de ayudar a una privilegiada minoría para que asista al Palau de les Arts de Valencia. Creo que sí.