"A todas las personas vulnerables y

excluidas por su situación económica para que no se vean devoradas por un

sistema insolidario e injusto"

Cuando la salud es un negocio la salud es lo que menos importa y más cuando no se gana lo previsto. Recientemente se publicaba en este diario una noticia referida al Hospital General de Alicante "los sindicatos sanitarios temen el inicio de recortes tras el cierre de 30 camas del hospital". También manifestaron su preocupación de que esto no se más que el principio de los recortes que se puedan producir después de las elecciones municipales del próximo 22 de mayo.

El presidente de la Comunidad de Murcia Ramón Luis Valcárcel y presidente del PP regional también se pronunciaba recientemente sobre el copago sanitario. No se hizo esperar la respuesta: algunos dirigentes de su partido escandalizados por estas declaraciones (matizadas por el señor Valcárcel poco después de haber sido llamado al orden) mostraron su preocupación en plena campaña electoral.

Empresarios de la construcción, las concesionarias están agrupadas en Seopan, a quienes se confió la gestión de los nuevos hospitales de la Comunidad de Madrid, reclaman en una carta de 11 páginas dirigida al consejero Lasquetty el pago, ya, de 80 millones de euros. Afirman que esa suma se les debe, y ya anticipan que en lo sucesivo además deben recibir más dinero, sus servicios así lo exigirían. Afirman de la posibilidad de un colapso. ¿Qué hacer?, ¿suprimir la merienda?, ¿comprar menos algodón? Si fuera sólo eso. La precariedad se impondrá en todos los servicios.

No debería sorprender esta situación. Esto ya sucedió en el Reino Unido cuando gobernaba la "Dama de Hierro", al grito de todo lo privado funciona mejor y más barato. Se trata de una ilusión, pequeños hospitales, al estilo de exquisitas clínicas privadas sólo accesibles para personas adineradas, pero la ilusión duró poco. Esta ilusión también se derrumbó en el Reino Unido y el Gobierno laborista tuvo que hacer grandes inversiones para restablecer al menos la calidad que habían tenido.

En un estado moderno se supone que la ciudadanía paga impuestos para financiar que determinados servicios funcionen en beneficio del conjunto de la población, servicios universales, evitando la exclusión. Esta política trata de asegurar la solidaridad y la convivencia, la paz social depende de esta política, que beneficia no sólo a los que tienen menos recursos. Pero Esperanza Aguirre apuesta por otro modelo, un modelo que se parece al norteamericano, en donde más de 40 millones de personas no tienen asegurada su salud. Si tienes se te atiende y si no reza, y si eres ateo ni ese consuelo. Tanto Clinton como Obama, Clinton en su momento y Obama hoy, intentaron e intentan modificar un sistema tan injusto, pero no han topado con la Iglesia, han topado con intereses económicos privados para los cuales la salud es un negocio, negocio muy rentable.

La salud o la educación, cuando son negocios que se rigen por las leyes del mercado, lo que menos importa es la salud pública o la educación pública. Este sistema es así: ninguna empresa invierte para no tener ganancias y presiona dentro de sus posibilidades, tiene muchas, para acrecentarlas o de lo contrario disminuye el personal exigiendo a los no-despedidos a trabajar más. Nada nuevo bajo el sol. La salud pública está en crisis. Y ya veremos cuando deban entregar a la administración la concesión. Es otra historia muy conocida: años antes se deja de invertir. Volviendo a la experiencia inglesa entre otras cosas disminuyó la expectativa de vida. Salud privada es igual a vivir menos y peor.