Se conoce el caso de algún cirujano que cuenta por cadáveres a sus pacientes e incluso el de generales que fueron derrotados varias veces en un mismo día. Acuden a mi mente los ejemplos del Dr. Mengele y del general McClellan, quien nunca lograba retirarse satisfactoriamente del campo de batalla. Pero estas dudosas trayectorias palidecen ante la de Manuel Pérez Fenoll, que en unos meses perdió un partido político y una Alcaldía. El partido era el PP provincial y la Alcaldía, la de Benidorm. Cómo pudo producirse esta aciaga sucesión de catástrofes requiere una capacidad para el análisis antropófago de la que carezco. Por otra parte, la vida política de Benidorm posee una sutileza idiosincrásica que solo el Goya más sombrío podría reflejar. Es el reverso de Fuenteovejuna y Pérez Fenoll el de Pedro Crespo, alcalde de Zalamea hasta que la SGAE suspendió las representaciones.

Una aséptica exposición de los hechos nos hace retroceder al momento en que Pérez Fenoll sustituye al fallecido Pérez Devesa y es animado a desafiar a José Joaquín Ripoll por el control provincial del partido. La operación descarriló como suelen hacerlo todas las operaciones diseñadas desde las alturas (véase Jiménez, Trinidad) con el agravante de que iba dirigida contra un político, Ripoll, con el instinto de supervivencia de una camada de gatos. Añadiremos anecdóticamente que una tal Gema Amor se alió con el presidente de la Diputación y desde entonces es adicta al sorbete de venganza. Bien, perder una reyerta doméstica resulta doloroso aunque tolerable. Pero, a continuación, un concejal de Pérez Fenoll célebre por sus piruetas abandonó Egipto, cruzó el Sinaí y llegó a la tierra prometida, donde le esperaban Agustín Navarro y su mariachi de expulsados. Y todo cuanto había ambicionado Pérez Fenoll se esparció entonces como vana ceniza.

"Un plan magnífico, mein füfrer", dicen que dijo Von Paulus a Hitler cinco minutos antes de capitular en Stalingrado y Pérez Fenoll podría refugiarse justificadamente en esta y otras melancolías. Ahora encabeza la candidatura del PP y lo mejor que puede decirse de la situación es que, por una vez, Ripoll ha sido domesticado gracias a los ansiolíticos judiciales. Para el espectador desapasionado, lo meritorio estriba en que el PP ha conseguido que el PSOE local parezca un modelo de cohesión y Agustín Navarro, un híbrido de Adenauer y Felipe II. El alcalde ni siquiera ha necesitado incluir al tránsfuga en la lista: ha bastado con su secretaria. Ustedes se preguntarán si Pérez Fenoll puede aspirar a ganar la Alcaldía en estas circunstancias. Él cree que sí, Camps cree que sí y nadie más cree que sí. Sus detractores aseguran que le perjudica su imagen distante, pero otros políticos tan poco carismáticos como él vencen ocasionalmente. Pienso en Núñez Feijóo, el presidente de la Xunta en permanente estado fúnebre. El problema de Pérez Fenoll es que todo puede empeorar y él lo sabe.