El sistema de primarias adoptado por el PSOE para la elección de candidatos parte de dos premisas chuscas: que es el método más democrático y que el mejor candidato siempre es el que prefieren los militantes. Sobre la primera, nada indica que la elección directa sea superior moralmente a la indirecta a través de órganos elegidos por los militantes, como tampoco lo es el resultado de un referéndum respecto del de una votación en el Congreso; en cuanto a la segunda, el criterio del militante no tiene por qué coincidir con el de la mayoría de electores y, habitualmente, los partidos políticos se presentan a unas elecciones para ganarlas. El sistema ni siquiera garantiza la ausencia de triquiñuelas, como bien saben los paisanos jienenses de Gaspar Zarrías. El corolario es que los dirigentes del PSOE presumen de ellas en público, aunque se esfuerzan por evitarlas a la vista de algunos precedentes ominosos.

Elena Martín es hija de primarias gracias a la terquedad de Fernández Valenzuela. Sin el entrañable "Moscú", habría sido proclamada candidata a la Alcaldía de Alicante durante una merienda en la sede del partido y nadie hubiese caído en la cuenta de que los socialistas capitalinos solo recuperan las constantes vitales para propinarse dentelladas. Venció abrumadoramente Elena Martín, con lo que la Alcaldía se dirimirá entre dos candidatas casi clónicas que recitan el guión escrito por otros con admirable convicción. El de la alcaldesa es "empleo"; el de la opositora, "corrupción". Gracias a Youtube, he recuperado el debate televisivo que protagonizaron hace unos días y me conmueve la soltura con que Elena Martín aplicaba los métodos de la Inquisición a Sonia Castedo. Estos combates entre tigresas agradan al público masculino desde que la reina de Saba conoció a su cuñada. Hubo algún arrebato de ira y cierta rigidez bisoña, pero mostró una atractiva imagen de candidata lírica.

El lirismo disfrazado de eslogan es un género difícil y ella lo domina incuestionablemente. Cito uno de sus pareados electorales: "Apuesto por un Alicante del conocimiento frente al del cemento". Signifique lo que signifique, es pegadizo ya que conecta con el desprecio instintivo de la masa hacia el especulador codicioso y con la creencia también instintiva de la masa de que las bibliotecas no se construyen con cemento. Para editar este poemario en papel oficial, Elena Martín necesitaría recuperar los cuatro mil votos con que el PP venció hace cuatro años y, presumiblemente, algunos más que se han desperdigado en el descenso demoscópico de su partido. Una tarea ciclópea, titánica y amazónica, neologismo que regalo al lector. Sin embargo, la lírica no basta para transformar el escepticismo en euforia e incluso puede resultar equívoca: el grupo socialista ha pedido que el vertedero municipal pague el control sanitario de las gaviotas ante su proliferación. Como la gaviota es el símbolo del PP, no sé si esto significa que hay demasiadas o que tienen malos modales.