Venga, me olvido de que es Telecinco y me pongo a ver los programas de estreno sin prejuicios, como la madre de Aída Nízar pide a los espadachines de la cadena que dejen de ver a Aída como Aída y empiecen a verla como una concursante de Supervivientes. Lo hago. Y da igual. Me pongo a ver Piratas y por mucho que lo intento, y lo intento más que el propio Óscar Janeada, que lo intenta todo el rato, no veo en ese piratita de cuchufleta a Johnny Deep. Veo un ridículo tan gordo que hasta la broma de meter en faena a Pilar Rubio como otra pirata, aunque sin pata de palo, me parece un mal menor. No se pierdan las caras de esta señora tratando de que el espectador entienda que hace un personaje de mala, dura, arisca, y capaz de poner firmes a la banda de canallas que dirige su papá. Despropósito sobre despropósito.

Al día siguiente, Palomitas. De José Corbacho. No hay piratas, pero si aguantan tal vez veamos su parodia. Me olvido de que es Telecinco y veo el estreno sin pensar que Aída es Aída y Telecinco, Telecinco. ¿Y qué veo? Homo Zapping. De Águila Coja a Pedidos -de pedos-, de El internado a El coche fantástico, donde Arturo Valls le pregunta a la máquina si se ha abierto, o sea, si se ha tirado un cuesco porque huele a choto y él no ha sido -es decir, otra de pedos-, y de ahí a Choni Woman, con una poligonera que por un collar de diamantes ma-ta. ¿Es malo que recuerde a Homo Zapping? Qué va. Pero ahí me planto. Hay recreaciones de series y pelis muy divertidas, algunas con brochazos de un humor grueso, otras no tanto, y otras, para olvidar. Durará poco. La audiencia choni de la cadena admite piratas de pacotilla, pero no entiende la ironía de las palomitas.