Gran Bretaña se felicita como pueblo por el éxito de la boda entre Guillermo de Inglaterra y Kate de Middleton -Cati de Mediotono, en castellano. En realidad, todas las bodas salen bien, pero esa impecabilidad no neutraliza el fracaso cada vez más frecuente del matrimonio ulterior. Si la razón imperara sobre las emociones, se separaría a los novios inmediatamente después de la ceremonia, manteniendo así intacto el vigor de una pasión lastrada por la convivencia.

En el caso de la boda entre Inglaterra y Middleton, el problema se agrava por la convicción creciente de que el heredero al trono por línea indirecta -saltándose a su padre- se equivocó de hermana. El malestar de los reyes se debe a que, al disponer de todas las opciones abiertas, nunca saben si han elegido bien. La plebe, unidimensional o binaria a lo sumo, carece de elección y de problema. Pues bien, el planeta entero vibra con Pippa Middleton, la dama de honor que ha suplantado a su hermana en el corazón y otros órganos menos nobles de los británicos. Ni Mankiewicz hubiera soñado con una versión tan refinada y fraternal de Eva al desnudo.

Pippa está viva. Ni siquiera parece inglesa, sin duda uno de los mayores piropos que se pueden dispensar a una dama. Irradia esa energía que introduce la disciplina en una pareja sin privarla de erotismo. Millones de internautas han coincido en que "si yo pudiera elegir...". La única persona en el planeta que podía elegir se llama Guillermo de Inglaterra. Cabe imaginar su zozobra, ante la situación irreversible a que lo ha conducido su atolondramiento. Años de relación sin advertir la evidencia. En la versión para el cine, cuando al príncipe se le demanda el "sí quiero" agarra a la dama de honor, despacha a Kate Middleton de un puntapié y altera el curso de la historia, provocando una conmoción mundial sin parangón desde el estreno de El discurso del rey.

Después de la boda, Kate de Middleton se fue a comprar al supermercado, para demostrar que arrastrando un carrito compite en donosura con su hermana al levantar el velo. Ni por ésas. Pippa de Middleton está a un paso de la diosa Natascha McElhone. A cambio, admitamos que Kate promete el repertorio exigible a una princesa, a resumir en aburrimiento. Puede departir con Letizia de Ortiz, que en la boda parecía haber anidado bajo su sombrero, embargada por la curiosa obsesión de proclamarse la princesa más delgada de Europa.