En esta primavera y, en la sala de la CAM, nos ha traído Alberto Agulló unos acordes apasionados de su última creación plástica. Presentaré al impulsivo autor como ese artista con pureza confiada en el valor del arte. Esto es: arquetipo del pintor que media entre la realidad y el espectador. Alguien maravillado de su mundo creativo, como lo es el poeta. Por eso no nos extraña que su materia sea el bajorrelieve; una pintura que se vuelve objeto. ¿Y qué supone en el ciclo pictórico de nuestro siglo, la interferencia de objetos abultados en manos de pintores?

Pensando la contestación desde el lado de la creatividad podría aventurar que estamos frente a soluciones artísticas logradas, la mayoría de las veces, intuitivamente. En efecto, el problema de la exploración hábil con materiales nuevos, queriendo otorgar gesto sensible al arte abstracto de la pintura, se resuelve a menudo, como fin más que como medio. Porque los pintores tratan de hallar una fórmula técnico-sensible que les defina como innovadores caracterizados. Y a la postre, el fin matérico lo justifica todo. Porque encontrada la materia expresiva han hallado "su arte". Para el caso de Lucio Muñoz será un trabajo de apariencia leñosa; para Francisco Farreras los "collages" de papeles finos, virtuosamente pegados; para César Manrique la frecuentación de tierras volcánicasÉ

Sin embargo, en el caso de Alberto Agulló; la oferta resulta más amplia. Porque ávido de incitarnos a gozar de efectos sensibles, se atreve a manipular materias diversas. Creo, pues, que esta exposición equivale para él, a un repensar sobre todos los materiales expresivos utilizados a lo largo de su vida. Juega bien con la madera, con los volcanes terrosos, con los arañazos textuales, con los "collages" de periódicos, con los listones rayando espacios, con las celosías, con las siluetasÉ Descendamos ahora los ojos, hacia ese conjunto de paneles rotundos e inquietantes, que Alberto nos trae. ¡Cuánta luz y pasión late en ellos!

Nos maravilla, de pronto, su perfecta composición. Porque viene a nuestro encuentro, la divina y áurea medida de la que se vale Alberto en algunos casos. Y su sabia división en equilibrados recuadros a lo Mondrian. Y las dinámicas tensiones de las estructuras a lo Malevich. Y los estables mosaicos; y las particiones ponderadasÉ No hay duda de que el artista piensa y se entrega a la composición en rendido tributo.

¿Y qué diré, en lo tocante a la sensibilidad que aflora violentamente, desde cada material de sus paneles? Ordenando ideas aclaro, que Alberto ha querido mostrarnos inquietudes de su conciencia, puestas en colección. Porque a través de unos fondos en relieve y otros seriados escudos de casi igual medida, va multiplicando unos cuerpos escultóricos, de los cuales afloran diseños rítmicos, plenos de tensiones y equilibrios, redimiendo así un coro general. El conjunto se ofrece como una gran sinfonía, cuya genial cantata permite calificar su arte de ópera pasional. Sin nieblas y a lo claro: Alberto siembra profundas emociones para quienes hayan caminado por el amplio paisaje silencioso del arte abstracto.

Y lo mantengo porque esos bajorrelieves desnudan una piel que hace daño. Porque viene plagada de raspaduras, hoyos y crestas que sangran al roce. Sí. Esos relieves son como un vértigo que tira de nosotros y nos lleva irremediablemente hacia esos agujeros negros, oscuros y profundos. ¡A un abismo desconocido que nos llama desde su concéntrica forma!

Racionalidad y sentimiento. He aquí el resumen de la brillante serie de relieves presentada en la sala de la CAM por Alberto Agulló. Estamos cabe el momento creativo suyo que señala el contrapunto que combina con justeza, toda su trayectoria artística. Un Alberto que rinde ahora -frente a su pueblo- los sueños que siempre tuvo ante una posteridad nostálgica. ¿Qué teme? ¡Su examen ha sido muy bueno! Así que desde aquí doy mi bienvenida a esta exposición que demuestra su noble y humilde gesto, ante esta entrega. Porque siempre en Elche, Alberto Agulló, con su cauto saber y callar, fue tildado de aventajado maestro.