D espués de unos días del asesinato de Bin Laden y de que Obama saliera en televisión anunciando al mundo que "se había hecho justicia", uno se para a reflexionar. En primer lugar, llama la atención como un líder político que a los ojos de muchos pareciera un pacifista al resultar elegido (pesaba mucho la comparación con su antecesor Bush), haya caído en la justificación del asesinato selectivo "por el bien de la paz y la seguridad mundial". Pero en el fondo, si uno lo piensa bien, es un hecho que no sorprende si lo comparamos con la costumbre de otros presidentes norteamericanos a lo largo de la historia, en contextos y situaciones similares.

No hay ninguna duda de que el mundo es un lugar mejor (no se si más seguro) sin la presencia de uno de los asesinos más sanguinarios y repugnantes que ha habido en la historia de la humanidad. Sin embargo, de ahí a la justificación de que el "terrorismo de Estado" sea lícito como instrumento político y de Gobierno (parece claro que Obama se ha asegurado la reelección después de esto), hay un paso muy grande. Muy pocos líderes políticos han salido a llamar la atención sobre este hecho, lo cual me sorprende aún más. Casi nadie ha dicho que una detención, juicio y encarcelamiento de este sujeto de por vida hubiera sido lo más ajustado a la legalidad internacional (¿sigue existiendo?). Todos se han aprestado a felicitar al presidente que es "Nobel de la Paz". Es más, se ha generado una opinión pública, sobre la cual casi hay que pedir disculpas para preguntarse si es lícito el asesinato de Estado.

La foto de Obama con su equipo que pudimos ver en la portada de casi todos los medios de comunicación, es la de, como ha dicho un recocido periodista: "un niño asustado que ha perdido la inocencia". Los detalles sobre la operación "Gerónimo", en la que los Seal debían capturar o asesinar a Bin Laden son muy confusos y dan qué pensar. Se ha dicho que el terrorista presentó resistencia, pero al mismo tiempo que no estaba armado, lo cual es bastante contradictorio. Las últimas informaciones apuntan a que el c0nocimiento del paradero de Bin Laden en Pakistán, se obtuvo gracias al ejercicio de torturas sobre personas. Su cadáver se tiró al mar, dicen que para evitar crear un lugar de peregrinaje. Se ha destruído toda prueba o posibilidad de autopsia y esclarecimiento de los hechos.

Más allá del hecho puntal, saco una conclusión respecto a Obama y la política norteamericana: el presidente es a partir de este momento (nunca creí que llegaría a escribirlo), uno más de los muchos que han ordenado asesinatos de dictadores, terroristas etcétera, a través de la CIA o de los marines en todo el mundo. Pero insisto en que la ética norteamericana en este aspecto no ha cambiado desde hace décadas. Personalmente lo que más me preocupa es el posicionamiento de Europa y de España. ¿Estamos de acuerdo o no con el terrorismo de Estado? ¿Justificamos también los ataques de Israel sobre el pueblo palestino en aras de la seguridad? ¿Volvemos a la justificación del terrorismo de Estado contra ETA? Obama ha perdido la inocencia: ¿la hemos perdido nosotros también?