Sin ilusión es complicado salir de los momentos difíciles. La historia de la humanidad ha contemplado procesos económicos muy dolorosos como el que ahora vivimos y, sin embargo, se ha podido salir de ellos. Pero sabemos que en muchos casos estas crisis se han producido como consecuencia de procesos de abusos y especulación. Así, en el crack americano de 1929 de Nueva York la principal causa fue la especulación. Como dice Galbraith, "los más ricos se enriquecieron mucho más deprisa que los pobres dejaron de serlo". Y los norteamericanos desplegaron un asombroso afán de enriquecerse rápidamente y con un mínimo esfuerzo. Si comparamos esta razón de hace 80 años con lo que ha ocurrido con esta crisis es exactamente idéntico, ya que las ganas incontenibles de riqueza y ocupar una posición económica en la vida y sociedad han ido propiciando la crisis que data ya cuatro años atrás.

Frente a todo ello, los analistas y tertulianos nos inundan diariamente con mensajes y estudios acerca de la forma sobre cómo afrontar la crisis y que aquellos que han perdido su puesto de trabajo lo recuperen en breve plazo. Dicen que la clave está en recuperar la ilusión y generar confianza. Pero no todo es tan fácil. En absoluto. Si ve usted en el cine la película, muy recomendable, "The company men", que ahora estrenan en los cines, nos daremos cuenta de primera de mano de la realidad dura de aquellas personas que reciben un mal día una comunicación para que abandonen su despacho y la cruda realidad de tener que tocar puertas y hacer llamadas a muchos lugares donde no pueden aceptarles porque se encuentran igual o peor que la empresa que les ha despedido. Los días pasan y no saben qué hacer en casa, sin unas expectativas positivas de resolver el problema y hasta con vergüenza ante su familia como si se llegaran a culpar a sí mismos de que es su responsabilidad no encontrar otro puesto de trabajo. Por ello, es fácil decirles a todas estas personas que aparecen en esta magnífica película, que recrea una realidad que está ahí permanentemente, que recuperen la confianza y que tengan ilusión. Además, los inversores que son los que podían recuperar la ilusión de volver a poner su dinero tampoco lo tienen claro aunque se les diga que la tengan. Porque es fácil decirlo, pero más fácil es que estos no se lo crean viendo lo que ven.

La recuperación viene por la devolución de la ilusión. Sin embargo, la cuestión clave viene por saber y resolver cómo devolver la ilusión a los que han perdido su trabajo y cómo hacer que la tengan quienes pueden abrir negocios y mercado para que puedan contratar a los primeros y que estos recuperen su ilusión perdida.

Hay muchas personas que dicen que nada será ya como antes y que hay que acostumbrarse a actuar de una forma totalmente distinta, midiendo mejor los pasos y siendo más calculadores en las operaciones, lo que es cierto. Y que la gente sepa efectuar mejor el cálculo de que los gastos deben acomodarse a los ingresos y no que los primeros superen los segundos hasta llegar a unas barreras de endeudamiento insoportables de asumir.

Hay que recuperar la ilusión, pero siempre y cuando se nos dé motivos para ello con unos modelos que permitan a los empresarios y emprendedores que tengan confianza en invertir. Y que se aprueben textos legales y reformas precisas que, con coste "0" nos permita ser más eficaces con menor coste. Recuperar la ilusión no se obtiene porque te lo repitan mil veces. Porque si te lo crees sin que te pongan medios acaba siendo un engaño, y el empresario que tiene posibilidades de invertir no lo hace sin garantías por mucho que le digan que recupere la ilusión. Y por último, también está ocurriendo que a los que todavía tienen ilusión en hacer cosas y mejorar su rendimiento y el de los que le rodean se la están quitando cuando ven hechos e injusticias que les desmoralizan. Porque, mientras que hay muchos que quieren salir de la crisis económica hay otros muchos que a estos no les dejan, y en la segunda crisis que también sufrimos, que es la de la de las ideas, hay otros que no asumen las ideas que no sean las suyas. Así, difícil es conseguir la ilusiónÉ