Actualmente muchos jóvenes están convencidos de que vivirán peor que sus padres, mientras tanto viven de ellos, y no pocos de estos padres progresaron, a su vez, gracias a los suyos. Suele pasar: una generación se sacrifica por la siguiente, vive austeramente, evita las deudas... Los miembros de dicha generación, preocupados por el incierto futuro se esfuerzan para que sus hijos e hijas puedan vivir sin percibir las múltiples privaciones que ellos padecieron y, además, sin conocer la libertad, con pocos derechos o derechos conseguidos tras duras luchas y pagados a un alto precio.

La crisis económica, en realidad es la crisis del sistema mismo -vive instalado en sucesivas crisis-, ha provocado que muchos jóvenes no puedan acceder a un trabajo y menos aún a un trabajo digno. A estos jóvenes se les suele criticar porque no se esfuerzan y además ahora parece que se les exige que hagan una revolución o algo parecido, algo que el conjunto de la población no hizo ni quiere hacer. En todo caso, si se desea provocar cambios drásticos no sólo compete a la juventud.

Lo positivo de esta juventud es que es menos vulnerable a las "sagradas leyes del mercado". En general, los jóvenes actuales, en España, han podido estudiar, están mejor alimentados, han recibido todas las vacunas en el momento correcto, tienen fácil acceso al mundo de la comunicación y a las nuevas tecnologías, pero resulta que se les educó en una gran mentira, en el desarrollo ininterrumpido basado en un consumo sin solución de continuidad.

En el Mayo Francés se cuestionó todo, la cultura, las costumbres, la sexualidad, la propiedad, la familia. Se exigió lo imposible, no se alcanzó ese utópico objetivo, tan utópico como deseado, pero dejó huellas profundas, hay un antes y un después en la historia no sólo europea, también en la mundial.

En distintas ciudades españolas algunos miles de jóvenes han salido a la calle. Se autodefinen juventud sin futuro, "sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo".

Han llegado a la conclusión de que el futuro, en gran medida, depende de ellos mismos, y sospechan que el paraíso no está en Alemania ni en... Se les intentará manipular, instrumentalizar, tendrán que estar atentos. Sin alianzas con asociaciones diversas, sindicatos, partidos políticos, no podrán lograr cambios que los beneficie: la juventud no es una clase. Y no faltarán los que les indiquen cuál es el camino a seguir y qué es lo que hay que hacer. Muchas veces los jóvenes se convierten en "carne de cañón", en tropa combatiente en la guerra que diseñan otros.

A partir de la "revolución" que ha tenido lugar en el mundo árabe algunos pensadores sostienen que puede producirse un "efecto contagio" entre los jóvenes de Europa: la situación no es comparable. No tiene nada que ver un joven de aquí (aunque esté haciendo cola en el INEM) con la reacción de aquel joven tunecino de 26 años, Mohamed Buazizi (nombre que no convendría olvidar) que había estudiado, pero que en un carrito, en la calle, vendía frutas para alimentar a su familia, y ni eso le dejaron hacer. Su respuesta fue la autoinmolación: con la mayor parte de su cuerpo quemado murió en un hospital que ahora lleva su nombre. Es repugnante la foto que se difundió con la visita de Ben Alí junto a su cama en el hospital. Ben Alí, en aquel momento presidente de Túnez y hoy viviendo un exilio muy dorado en un país aliado de Occidente, pensó que con dicho gesto apagaría las protestas. Se equivocó. Se sentía tan seguro, tan dueño del mundo.