La defensa de los derechos de los consumidores se centra en muy diversas actuaciones, que pasan desde el asesoramiento jurídico y la asistencia en esta materia, hasta la difusión de información, comparativa de ofertas comerciales, denuncias públicas de malas prácticasÉ

Una línea de acción que también entra en el ámbito de la responsabilidad de las asociaciones de consumidores es la relativa al fomento de niveles suficientes de competencia que permitan garantizar los mejores servicios en términos de calidad y coste para los consumidores.

Llegados a este punto y convencido de que, sin duda, la mejor defensa de los derechos de los usuarios de servicios financieros es la existencia de empresas eficientes que sean capaces de asumir reglas lícitas de competencia, basadas en la calidad de los servicios que prestan, en la profesionalidad de sus equipos, en la puntualidad y rigor de la información que suministran, en el cumplimiento fiel de sus compromisos, y en ese conjunto de atributos tangibles e intangibles que hacen que la relación con un banco o una caja sea equilibrada y satisfactoria, es donde quiero enmarcar una serie de reflexiones y puntualizaciones que considero sumamente relevantes.

No es ético, y además atenta a los intereses de los consumidores, la práctica de estrategias comerciales basadas en el descrédito de otros competidores para así aprovechar, atentando contra la reputación de éstos, la captación de clientes a costes inferiores a los que serían usuales.

Que la mayoría de cajas de ahorros en estos momentos no reúnan los niveles mínimos de capital que de forma súbita han sido elevados por el poder legislativo, no supone ningún problema añadido a la crisis económica, sino una garantía añadida para los depósitos de los clientes. No hay riesgo alguno, dados los mecanismos previstos para resituar los ratios de capital en los mínimos exigidos.

¿Quién tiene interés en difundir precisamente lo contrario?

Profesionales de otras entidades, especialmente determinados bancos, que por cierto, no destacan por su transparencia y rigor en sus compromisos con clientes particulares usuarios de servicios financieros, son los más interesados en no perder la oportunidad que les brindan etapas tan convulsas y cambiantes como las actuales para así lograr, basándose en prácticas desleales, cerrar en beneficio propio los objetivos que les fijan sus superiores. No reparan en el daño que están haciendo al sector en su conjunto, un sector en el que el factor confianza es determinante.

Como cliente de una caja de ahorros, fiel defensor de los efectos positivos que por la vía de elevar los niveles de competencia éstas han generado en la prestación de servicios bancarios, quiero desde aquí transmitir un mensaje claro y sin ambigüedades. Desconfíe usted de aquel intermediario, sea banco o caja, que para lograr cerrar una venta se basa tan solo en desacreditar a un competidor y sembrar dudas acerca de su solvencia. Usted conoce los mecanismos de cobertura que existen, conoce que hay en marcha planes estatales que garantizan la solvencia de las entidades.

No atienda ni responda a competidores desleales que pretenden incrementar su cuota de mercado a costa de la desinformación que genera en ocasiones tanta información sesgada. Usted está informado. Puede confiar en su caja de siempre, la que está ahí, cerca de usted, que le ha prestado siempre un servicio de calidad a un buen precio y que ha sido capaz de entender sus problemas y dar respuesta oportuna y adecuada.

He defendido los niveles suficientes de competencia, si toma alguna decisión concreta, hágalo con criterios objetivos: tipos de intereses, diferenciales, comisiones, etcétera, información transparente y por escrito, trato profesional. Huya de todo lo demás.

Post data: hace unos días recibo en mi correo un mensaje "su tarjeta de crédito Visa CAM ha sido anulada". Totalmente falso. El remitente era otra entidad financiera.