Lunes

CARIDAD CRISTIANA

Pedir prestado dinero cuando la necesidad acucia suele avergonzar, salvo a una desenfadada minoría que ha hecho de los impagados una disciplina tan artística como la música gregoriana. Ahora bien, si quien pide prestado dinero es la antigua octava potencia económica del mundo y el prestamista un jeque qatarí, el ceremonial puede transitar del agasajo a la genuflexión mal disimulada. Quiero decir que el jeque y la jequesa han sido condecorados con la Gran Cruz de Isabel la Católica en un intento de estimular su prodigalidad. Desde que Kissinger y Le Duc Tho recibieron el Premio Nobel de la Paz no tenía noticia de una paradoja tan inevitable y lo de menos es preguntarse qué van a hacer dos musulmanes con una cruz católica. Teniendo en cuenta que la mitad del vestuario de la jequesa bastaría para salvar a la CAM, una condecoración obsequiosa casi resulta imprescindible. Si los chinos también muerden el cebo, vaticino que recibirán una Laureda de San Fernando colectiva.

Martes

DEL ARTE DE PERDER

Tras habernos saturado de encuestas que pronostican las minas del rey Salomón, con el riesgo evidente de que los resultados rebajen el botín y el sentimiento sea entonces de decepción, el rifirrafe entre Esperanza Aguirre y Rafael Blasco a cuenta de listas electorales más o menos decorosas me parece una polémica tan apasionante como las ruedas de prensa de Mourinho y Guardiola. Sigo pensando que la condición de imputado no debe suponer una merma, ni siquiera aparente, de elegibilidad. Otro tema es que la insistencia en esta suerte de pecado original erosione las expectativas, pero de esto tiene que encargarse el PSOE y no una banda de kamikazes liberal-conservadores que rivalizan en temeridad antes de estrellarse contra la urna. El director de campaña del PP vendría ser la versión profana de la Santísima Trinidad, de la que se discutió durante siglos si era una persona, o tres, o sencillamente no existía. Aquello provocó algún que otro cisma y terribles matanzas, dos consecuencias intemporales de la genialidad humana.

Miércoles

SIN CUARTEL

Comenzando por lo insustancial, creo que la jugada protagonizada por Alves y Pepe sólo puede tener una explicación psiquiátrica: Alves cree ser la reencarnación del presidente Kennedy mientras saluda a Lee Harvey Oswald y el único libro que ha leído Pepe son las memorias de Atila. Al margen de estas patologías, hay que disfrutar de una autoindulgencia sobrehumana para justificar que diez futbolistas del Real Madrid monten un picnic junto a Casillas en una semifinal europea jugada en el Bernabéu. No va contra la tradición, ni siquiera contra la estética, sino que atenta contra el cálculo de probabilidades: lo más probable es que te atraquen si cantas zarzuela en el Bronx a las cuatro de la madrugada; lo más probable es que termines los partidos en cuadro si admites como premisa la superioridad del rival y optas por neutralizarla con una sobredosis de testosterona. Con lo que once futbolistas de rango se convierten en once guerrilleros histéricos. Y pierden, claro.

Jueves

EL HOMBRE IMPASIBLE

Contra lo que pueda deducirse de los titulares, la legalización de la nueva marca etarra no plantea grandes cuestiones jurídicas: se condena el terrorismo o no se condena, y si no se condena, la prohibición alcanza a quienes comparten lista con esa tropa. Tienen más enjundia algunas derivadas políticas del laberinto. En primer lugar, que el PP ha olisqueado la presa y chantajea al Gobierno sin pudor imponiendo su hoja de ruta bajo la amenaza de rechazar cualquier otro pacto; en segundo lugar, que algunos socialistas están contribuyendo alegremente a ensanchar la brecha. Por ejemplo, un señor que se parece extraordinariamente a Patxi López ha asegurado que él cree en la sinceridad de los batasunos redimidos y esta infinita credulidad no tendría mayor importancia si no fuera porque contradice informes policiales y declaraciones del Ministro protocandidato. El lehendakari vagabundea peligrosamente en tierra de nadie, una garantía de ostracismo si se reanudan las hostilidades.

Viernes

LO REGIO

Ha sido inevitable recordar "Bodas reales" cuando el Arzobispo de Canterbury, un señor con aspecto de veterano del Soho, miraba severamente a los contrayentes. En "Bodas reales", éstos eran los futuros suegros de Kate Middleton y Fred Astaire bailaba un inolvidable zapateado suspendido del techo. Por cierto, una de las hijas de Churchill, Sarah, tenía un papel relevante en la película. Bien, todas estas añoranzas se han esfumado en cuanto la cámara ha enfocado a Isabel II: parecía el "Príncipe Gitano" con tonos caribeños. De hecho, un plano general desde lo alto de la abadía movía a preguntarse qué hacía una luciérnaga en el primer banco. Es curioso que los británicos disculpen con alborozo estas perversiones cromáticas, tan curioso como que acompañen disciplinadamente al cortejo precedidos por un frágil cordón policial. Será la flema y excuso comparar tanta contención con nuestra espontaneidad. Y con nuestra Sofía.