Hace aproximadamente cuarenta años que comencé a escribir de cítricos. Desde entonces, mi primera preocupación son estas frutas y trato de buscar el modo de hacer que haya preocupación en su actividad porque es una realidad que juega en favor de miles de personas.

También recomiendo la lectura de algunos investigadores del ámbito de la Universidad, por lo que aprovecho la ocasión para agradecer el libro "Naranja y desarrollo", cuya presentación de J. A. Tomas Carpi y el epílogo de J. R. Gallego, nos ayudan ampliamente a fijarnos muy bien en lo que decimos cada semana. Lo que se publica en los periódicos y lo que ellos piensan contribuye sin duda a mejorar el sector citrícola. Estos investigadores han visto el problema, pues lo que ocurre fuera de nuestro campos es básico para el bienestar del sector y de su economía cuando estamos en una lucha desigual respecto de determinados países. Algunas naciones emergentes pueden darnos dificultades importantes porque juegan a hacernos una competencia muy perjudicial a la nuestra, dado su situación. Se trata de Marruecos, Turquía y Egipto los que juegan con ventaja porque les permite vender más bajo en los mercados compradores que podemos hacerlo hoy nosotros. Es ello muy importante y difícil de competir normalmente. Esta campaña han actuado de modo diferente y ello nos ha sido mucho más tolerable. En un principio tienen sus posibilidades los tres citados y quizá alguno más en el que no hemos reparado en esas áreas del mundo donde también los cítricos tienen un papel muy importante y que les permite pagar menos el trabajo, tanto de producción como el de confección. No es que está de más el que la Universidad se preocupe de dar una mirada a lo que hacen otros lugares clave. Porque clave es la exportación citrícola u otra cualquiera en muchos aspectos.