Si en un artículo anterior (véase INFORMACIÓN de 15 de febrero) me referí sucintamente, entre otras cosas, al camino que los alumnos de Secundaria han tenido que recorrer en esta travesía última de cuarenta años para converger en las enseñanzas de Educación Secundaria actuales, en el presente me centraré en el no menos sinuoso devenir del profesorado.

Otro milagro fruto de la LOGSE de 1990 fue la fusión de diferentes tipos de profesorado en un mismo espacio. Sólo los que trabajan en un centro de Secundaria pueden, no sin cierta dificultad, llegar a entenderlo. Hasta la aprobación de la LOGSE, la legislación contemplaba diferentes cuerpos en la educación no universitaria post-primaria: tres cuerpos docentes en los centros nacionales de FP (anteriormente Escuelas de Maestría Industrial): maestros de taller, profesores numerarios de FP y catedráticos de FP (si bien este último cuerpo nunca llegó a crearse), mientras que en los institutos nacionales de Bachillerato existían los profesores agregados y los catedráticos. Con la aprobación de la reforma educativa logsiana, en un primer paso se fusionaron los cuerpos de profesores de agregados de Bachillerato y los de los profesores numerarios de Escuelas de Maestría Industrial (así constaba aún en los títulos administrativos de los últimos, aun cuando la Maestría Industrial había desaparecido prácticamente a finales de los setenta). No surgió ningún problema, pero hubiera podido presentarse perfectamente, por ejemplo, por las diferentes titulaciones por las que accedieron originalmente a sus respectivos cuerpos y por el número desigual de temas de sus pruebas selectivas. Es un ejemplo perfecto de domesticación de los cuerpos docentes por parte de la Administración. (Actualmente en la Universidad, como consecuencia del proceso de Bolonia, está teniendo lugar una integración parecida; así, los cuatro cuerpos docentes universitarios quedan reducidos a dos: profesores titulares de Universidad y catedráticos de Universidad).

El antiguo cuerpo de catedráticos numerarios de Bachillerato (conocidos en el argot como "patas negras") continuó disfrutando de los privilegios de un cuerpo diferente con la aprobación de la LOGSE (no había nada que objetar, puesto que habían realizado una oposición diferente y más compleja). Estos tres cuerpos (PN de EMI, agregados de Bachillerato y catedráticos de Bachillerato) se integraron en el Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria en un primer paso.

El cuarto grupo docente estaría integrado por los profesores técnicos de FP, que en la ley educativa de 1970 eran los maestros de taller, que habían accedido a las oposiciones con titulaciones muy dispares como titulados de FP2, ingenieros técnicos o incluso ingenieros superiores. Un quinto grupo logsiano, formado por docentes del Cuerpo de Maestros (la Ley de 1970 los había bautizado con el nombre Profesores de EGB), se incorpora en 1998 al primer ciclo de la ESO en el momento en que los centros de Secundaria absorben los dos últimos cursos la antigua EGB de la Ley de 1970. Anteriormente, en 1997, había tenido lugar la adscripción a los Cuerpos de Profesores de Secundaria y a los de profesores técnicos de FP de los cuerpos correspondientes a las especialidades derivadas de la FP específica. Los nuevos nombres otorgados a las familias profesionales que ahora se impartían hacían casi irreconocibles lo que hasta entonces se había reconocido como ramas: metal, electricidad, automoción, textil, delineación, etcétera. Se trataba de un fruto más de la moda del lenguaje políticamente correcto que ya había nacido cuando el maestro de toda la vida pasó a ser denominado profesor de EGB, siempre con el deseo de prestigiar la realidad con nombres más atractivos y actuales. El sexto grupo docente lo componen los expertos, que la Conselleria de Educación contrata según las necesidades de cada momento, principalmente en los CF de FP.

La legislación vigente no contempla un cambio de categoría administrativa (ascenso, para entendernos) que no sea a través de procesos selectivos para el ingreso en un cuerpo superior. En la actualidad, la única posibilidad de promoción que se le ofrece a un profesor de secundaria que, tras ocho años de trabajo, tenga in mente ascender de categoría administrativa es la integración en el Cuerpo de Catedráticos de Educación Secundaria. Incluso este cuerpo ha tenido su propio entramado: primero, los profesores adquirieron la Condición de Catedráticos en 1993, y desde principios de 2008 pertenecen al Cuerpo de Catedráticos. (No debe olvidarse que la Administración central posee un departamento de semántica con connotación eufemística al que le encanta cambiar el nombre de las cosas de tanto en tanto con el fin de para marear al resto de los mortales). Sólo ha habido cuatro convocatorias a este cuerpo desde principios de los noventa (la última, convocada a finales de 2009, está congelada en la práctica). Las bases para la integración en ese cuerpo han variado a lo largo del tiempo; en la última convocatoria se reducía a un concurso de méritos. Por último, un profesor de Educación Secundaria puede optar a plazas de profesor asociado en la Universidad en régimen de contratación laboral en aquellas plazas convocadas por las diferentes Universidades. El sistema de selección varía notablemente de una plaza a otra y consta, generalmente, de un concurso de méritos y de una serie de entrevistas, dependiendo de la plaza a la que se opta.

La abortada LOCE de 2002, que no llegó a materializarse, era una ley educativa mucho más dura y exigente, tanto para alumnos como para profesores. La LOE de 2006 no supone cambios significativos en la ESO y en el Bachillerato, pero sí en los CF, a los que volveremos en otro momento.

Dejo en manos del querido lector poner el nombre de los gobiernos autores de cada ley. Doy, si acaso, unas pistas: unos gobiernos dan al Estado la prioridad para la educación de la sociedad, mientras que otros sostienen que las familias tienen mucho que decir en la educación de sus vástagos.