Este final de fiesta ha llenado de actos e inauguraciones todo el territorio alicantino. En la ciudad de Alicante, el hecho más importante es la total apertura del MACA, con la disposición, en todas sus salas, de parte de la Colección de arte siglo XX de Sempere, la donación de Juana Francés y las obras adquiridas a los herederos de Sempere, del propio artista. El Museo está ya totalmente a disposición del público.

Nos encontramos con un bello edificio que, en estos días luminosos de primavera que éste Alicante sabe darnos, está en condiciones de figurar como ese hito que tanto esperábamos, que habíamos visto vacío pero que ahora contemplamos para lo que ha sido concebido, para albergar una de las colecciones de arte más importantes del país, obras de verdadero interés seleccionadas y adquiridas por el propio Sempere. Es evidente que algo está cambiando. Aunque la verdad es que no acabábamos de creerlo, aquí está. El Museo, el MACA, ha abierto sus puertas, y tiene toda la imagen de un museo, y lo es en tanto que cumple, con nota, en todos sus apartados como instalación museística. Sobre todo en lo que respecta a su colección. Ahora las obras se ven con la amplitud y definición que desde el principio demandaban. Ahora se puede seguir un hilo argumental que vaya contando el porqué de estas obras y cómo dialogan entre ellas, cómo el arte se escribe siempre desde el diálogo entre formas y volúmenes, entre ideas y concepciones, entre espacios y vacíos, entre gritos y silencios, entre diferentes autores y tendencias. Celebremos que el MACA sea el museo que todos queremos, que haya surgido de la mano de especialistas de esta tierra, que conocen y aman las obras que contiene. Que saben argumentar todo aquello para lo que el espacio da de sí, buscando esas sinergias que la colección puede mostrar, con la imprescindible rotación de obras que, de tiempo en tiempo, se debe hacer para ver todas las propuestas que conviven en este patrimonio.

El edificio es un excelente contenedor que hace sentir al espectador esa cosa tan difícil de conseguir: el disfrute pleno de un espacio museístico y de unas obras. El público se convierte en su cómplice y puede pasar horas y horas mirando, comparando, observando todo lo que el arte ofrece, con tranquilidad y serenidad. Un espacio para dejarse seducir y llegar a la pérdida consciente del tiempo, que es lo hace entender el arte. Algo ha cambiado ya en Alicante. Esperemos que se pueda y se deje trabajar en la buena dirección y con el sentido de lo que es beneficioso para una sociedad, el cultivo del alma y del conocimiento que el arte aporta.