El jueves se celebró el último pleno de las Cortes valencianas que pone fin a la legislatura, aprobándose en él la Ley de relaciones familiares de los hijos cuyos progenitores no conviven. Bajo este imposible título se regula la denominada custodia compartida, que ha dividido a la oposición, pues Compromís se ha alineado con el PP, apartándose de la postura conjunta defendida por EUPV y el PSPV. Esa ha sido la primera decepción que me he llevado: la división en las filas de la izquierda y más en un tema como este, especialmente sensible en lo referente a la igualdad de mujeres y hombres.

La segunda se refiere, obviamente, a la forma en que se ha regulado la materia, claramente perjudicial para los menores y también para quienes ocupan la posición más débil en las relaciones de pareja: las mujeres. Y es que la ley da prioridad a la aplicación del régimen de custodia compartida por parte de la autoridad judicial en los casos en que no haya acuerdo entre los progenitores. Como defendió la diputada Marga Sanz en el debate en comisión "no existe una custodia compartida posible sin acuerdo; dos no comparten si uno no quiere, y compartir no es repartir". En efecto, aunque la primera acepción de "compartir" asimile este término a "repartir, dividir", la segunda lo define como "participación en alguna cosa". En este caso se trata de la participación de los dos miembros de la pareja en el cuidado y el desarrollo saludable (que, obviamente, comprende lo afectivo y emocional) de las hijas e hijos. Y no hay más que consultar las estadísticas para darse cuenta de que son mayoritariamente las mujeres las que realizan estas tareas. Son ellas las que mayoritariamente renuncian total o parcialmente a su vida laboral y profesional no sólo para ocuparse de la crianza, sino también, en muchas ocasiones, apoyando a su pareja para que sea éste el que avance en este terreno del éxito laboral, tal y como puso de manifiesto en el citado debate la diputada socialista Mª Dolores Huesca. La participación de los hombres en lo que implica la custodia no pasa de ser, en una gran mayoría de casos, testimonial. Así las cosas, rota la convivencia, resulta sumamente sospechoso que, de repente, quieran dedicarse a sus hijos en idéntico grado al que venía haciéndolo su pareja. Estoy a favor de la custodia compartida si ésta lo ha sido mientras la convivencia duraba. Pero me posiciono totalmente en contra de la que se ha aprobado que, mejor que compartida, podría denominarse "custodia dividida", pues a eso, a dividir, es a lo que contribuye. Busquen en el DRAE las acepciones de "dividir" y verán.