Una de las definiciones más curiosas que he podido leer en los medios estos días al respecto de la crisis de Egipto calificaba al gobierno de este país (y al de sus vecinos del mediterráneo sur) de "regímenes seculares", es decir, que hace siglos que duran, por no decir que han sido así desde que el mundo es mundo: tiránicos, represores y que aún no han llegado a la Revolución Francesa.

Pues bien, a esos "regímenes seculares" les ha salido un grano muy gordo cuyo aspecto exterior está revestido de nuevas tecnologías pero que en sus entrañas alberga un virus mucho más letal que es el de la libertad.

Lo que ha sucedido estos días en Egipto, pero que este verano sucedió en Irán, hace quince días en Túnez y que amenaza con extenderse al Magreb, a Oriente Medio y a medio plazo a Asia (China incluida) y quizás incluso hasta a Cuba, tiene que ver con el poder de convocar a las masas y de organizar ideas que tiene la tecnología de hoy, que no conoce dos factores que hasta ahora han jugado siempre a favor de los dictadores: el Espacio y el Tiempo.

Internet, las redes sociales, la telefonía móvil, la televisión digital, son medios baratos, universales e instantáneos, y con eso los "gobiernos seculares" no contaban y van a empezar a contar de la única manera que saben, que es reprimiéndolos.

Como bien apunta Enrique Dans en su blog, Internet y las redes sociales no son sino el "catalizador" que ha permitido las revueltas sociales en esos países facilitando la comunicación entre pequeños grupos de personas que son difíciles de controlar y que en muy poco tiempo son capaces de organizarse y de seguir conectados. No es la red ni la responsable, ni el problema, ni la solución, solo es el nuevo canal de comunicación, de información y de acción.

El pasado lunes pude comprobar lo siguiente, buscando en mi Twitter el hastag #Egypt (para los que no entiendan de esto les traduzco: mirando en una de las más famosas redes sociales qué se estaba comentando sobre Egipto) y en doce horas nocturnas en España (y en Egipto), se produjeron 15.000 comentarios. O sea, la red literalmente ardía, y eso que Internet ya había sido censurado en el país de los faraones.

¿Qué ha sucedido estos días en Egipto con Internet y el acceso a la información?

Cronológicamente, la población se organizó a través de las redes sociales, blogs y la telefonía móvil para el "Día de la Ira" del pasado 25 de enero (una de las primeras y más famosas desde ya cibermanifestaciones de la historia)

Al día siguiente el gobierno egipcio cortó el acceso a Facebook, a Twitter y a alguno de los servicios y utilidades de Google. Dos días después se cortó todo acceso a Internet excepto las webs de un proveedor llamado Noor que da servicio a webs estratégicas para el gobierno como las de la bolsa de El Cairo. Por ahí se colaron algunas conexiones a Internet con Egipto que hicieron una auténtica labor de divulgación viral de la información, hasta que el lunes, 31 de enero, el gobierno de Mubarak decidió cortar esta última conexión. A esta cronología suceden auténticos actos de guerra y de guerrilla como los que siguen:

Anonymous (un grupo en Internet organizado para atacar gobiernos que limitan la libertad), participó en la revuelta tumbando algunas de las páginas web de la administración egipcia.

La labor de censura se realizó con la inestimable colaboración del proveedor estatal de Internet Telecom Egypt, quién se sirvió de la compañía norteamericana Narus (Empresa procedente de Sunnyvale, California, fundada en 1997 por expertos israelíes y ahora propiedad de Boeing , según informa el diario digital The Huffington Post) para vigilar la actividad de los usuarios de Internet, monitorizar el tráfico en tiempo real y con la posibilidad (aún no demostrada) de encontrar físicamente a los usuarios y detenerlos, ya que estos sistemas permiten seguir todo rastro de conexión y localizarla.

Al privar a los egipcios de telefonía móvil, SMS, Internet y con la cadena Al Jazeera bloqueada también, la gente ha utilizado desde el fax, hasta conexiones a Internet por medio de números de teléfono internacionales y algunas compañías internacionales de Internet, en defensa de la libertad de expresión de la población egipcia (Google y Twitter) se han unido para permitir que cualquier egipcio salga al ciberespacio dejando mensajes de voz que son traducidos a Twitter de manera automática.

Youtube también ha prestado una especial cobertura a cualquier video que llegue con imágenes de actualidad de la realidad egipcia.

No crean que me deja muy tranquilo que Google, Youtube o Twitter sean los garantes de mi libertad de expresión, pero los prefiero a cualquier "gobierno secular".

Las conclusiones que podemos sacar a día de hoy son espectaculares y seguramente no serán las últimas:

En primer lugar, el carácter vital que han alcanzado los canales de comunicación basadas en la telefonía móvil e Internet, y su inmediato corolario : lo fácil que resulta para cualquier autoridad pulsar el nuevo "botón rojo" que desactive el sistema. Por lo tanto los proveedores de telefonía e Internet (por cierto las mismas empresas para todo) se han convertido en estratégicos, tanto o más que los de energía, y elementos de primera necesidad.

En segundo lugar, que a pesar de todo, las autoridades olvidan que Internet no es de ningún gobierno sino ya patrimonio de los ciudadanos, con el permiso de las compañías multinacionales que nos permiten circular por las ciberautopistas. En esta decisión está el futuro de estos grandes gigantes de la economía mundial, en decidir si son de sus ciudadanos/accionistas/clientes o de sus gobiernos.

Y en tercer lugar y como conclusión, no olvidemos que algo que llega a todos de manera universal, puede despertar en cualquiera de nosotros lo genial.

Igual que los virus informáticos nacen y se propagan desde la habitación de cualquier chaval, también pueden surgir las iniciativas tecnológicas para poder convertir cualquier ordenador en un repetidor capaz de emitir y recibir Internet sin que nada ni nadie pueda impedirlo. Creo que no tardaremos en ver esto último.

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