L a tarde se convirtió en esplendorosa, buen augurio, al entrar al pabellón observé el calentamiento de los visitantes y comprobé que su gigante Borchadt no se estaba ejercitando. Esto sumado a la ausencia de Padgett , me daba una gran dosis de tranquilidad. Seguí observando el calentamiento y tras una breve charla con el amigo Jesús Fernández comprobé que a las bajas se sumaba Andrea Pecile , mejor que mejor para la consecución de la victoria tan necesaria. El partido tras el salto inicial mostraba que las ausencias del visitante y nuestro acierto provocaban que las diferencias en el luminoso se fueran hasta el 26-9 del primer cuarto. Llegué a pensar que era una buena ocasión para el reencuentro consigo mismo de muchos de los actores de este acto. Quincy además de anotar desde media distancia era capaz de asumir las responsabilidades de liderazgo que le corresponden; Berni funcionaba como conductor, el público volvía a creer en su equipo; Fernández que debía ser un pilar para los granadinos se cargaba de faltas; todo era perfecto para conseguir el objetivo; hasta se llegó a pensar en superar el «averaged». Pero mira por dónde el guionista decide darle un giro a la trama y nos presenta unas tomas de suspense rozando el terror. El Granada poco a poco, aprovechando tal vez el exceso de confianza y nuestros errores, nos van acortando la ventaja; a nuestros jugadores le entran las dudas, el pabellón empieza a apagarse y los visitantes se acercan hasta los dos puntos. Cuando todo el mundo empieza a dudar de la victoria al equipo foráneo le faltó templanza para conseguirla y gracias a un robo de balón de San Lucio podemos mantener una ventaja que sumada al acierto desde la linea de tiros libres nos permite obtener la ansiada victoria. Como nos encontramos en una situación en la que debe primar la positividad y lo importante era sumar, podemos definir lo que vimos como «bien esta lo que bien acaba». Esta victoria nos permite respirar con tranquilidad. De todas formas, creo que cuando acabe este curso algunos tendrán que ir a los exámenes de septiembre para recuperar alguna evaluación que fueron incapaces de solventar a lo largo del curso.