Hace cinco años, en primavera, se iniciaba la tramitación del Plan Rabassa y un grupo de alicantinos y alicantinas nos reunimos y llegamos a dos conclusiones: 1) ese plan, en su desmesura y en sus sombras, era el paso definitivo, el símbolo de una ciudad entregada a la especulación y sin políticas en muchas cuestiones que afectaban a la convivencia; 2) merecía la pena levantar la voz ante la debilidad de voces críticas alternativas para asuntos relacionados con el desarrollo global de la ciudad. Constituimos la Plataforma contra el Plan Rabassa para difundir nuestras opiniones y presentar alegaciones. Lo hemos dicho muchas veces: sólo esperábamos que cuando se hiciera la historia de esta época, siquiera fuera en una nota a pie de página, constara que algunos no se conformaron, y que ahí estuvieran nuestros nombres. Pero, para nuestra sorpresa, tuvimos cierto éxito, pues la novedad congregó la atención y percibimos que nuestras apelaciones calaban en la opinión pública y ayudaban a reflexionar a otros colectivos. También recibimos ataques, muchos, desde ser calificados de "izquierda caviar" -lo que nos sigue divirtiendo- hasta ser acusados de querer hacer política: nunca lo negamos, lo que hacemos es político, pues pretender incidir en las decisiones sobre la ciudad es hacer política, sólo que, en nuestro caso, y pese a lo que se ha venido diciendo, nunca proyectamos convertirnos en partido ni concurrir a las elecciones.

En la batalla contra el Plan Rabassa aprendimos que no se podía esperar a que hubiera hechos consumados, y más con unos poderes públicos poco dados a la transparencia que habían clientelizado y domesticado a buena parte de las asociaciones vecinales. Por eso empezamos a ocuparnos de asuntos de más largo alcance, como el PGOU, y a diversificar nuestros polos de atención. En otoño acordamos transformarnos en Plataforma de Iniciativas Ciudadanas (PIC), si bien la presentación oficial se realizó unos meses después. Desde entonces la PIC, consolidada su organización y ampliada su afiliación, se ha ido convirtiendo en un actor bastante presente en el espacio público alicantino. Hemos organizado unos 200 actos, elaborado más de 30 documentos de reflexión, presentado alegaciones y recursos contra diversas actuaciones y opinado sobre multitud de cuestiones. Nuestras anuales Jornadas de la Ciudad son punto de referencia para la formación, el debate y el encuentro y articulación de un movimiento cívico amplio, plural y abierto. Las temáticas sobre las que hemos incidido van del Plan Rabassa al centro urbano, del medio ambiente al Benacantil, de la remodelación del Rico Pérez a la denuncia de la corrupción, de la crisis económica a la lucha contra la dualidad urbana, del botellón a la memoria histórica, de la Estación de Autobuses a la vertebración metropolitana, etcétera, etcétera. Nos sentimos, pues, moderadamente satisfechos y justificados, pues no tenemos una identidad abstracta: somos lo que hacemos.

Pero muchas cosas no hemos podido realizar: una asociación como la PIC, de voluntarios, sin subvenciones -nos negamos a pedirlas-, sin liberados, se nutre tanto de lo que consigue como de lo que percibe que no es capaz de alcanzar. Somos también conscientes de que algunos nos identifican como una organización que "se opone" a decisiones políticas: hemos reivindicado el derecho a oponernos a lo que no nos gusta, pero si se repasan nuestros posicionamientos se apreciará la existencia de una gran cantidad de alternativas positivas. Debemos proseguir en esa línea: ojalá supiéramos llevar más esperanza que preocupación a la sociedad, pero no hay esperanza sin conocimiento crítico de la realidad. También sabemos que causamos extrañeza: somos una anomalía en el panorama social por la diversidad de nuestros intereses y por nuestra independencia: muchas veces se nos juzga según los parámetros que se aplican a los partidos políticos o, inmersos en la cultura de la sospecha, algunos tratan de imaginar qué intereses ocultos nos animan. No nos molesta reiterar explicaciones, pero tomamos esos juicios como señales de ir por un buen camino y no tenemos por costumbre responder insultos.

Para celebrar nuestro aniversario hemos programado cuatro debates sobre los efectos de la crisis en Alicante y en la CV y un par de actos lúdicos de encuentro. Con esa programación definida, nos han alcanzado las voces y los ecos del "caso Brugal". Y hemos recordado que la primera acción contra el Plan Rabassa fue un artículo que firmaron centenares de ciudadanos y que se publicó en este diario. Se tituló "Contra el Plan Rabassa. Por la dignidad de la ciudad". Algunos, entonces, no se tomaron a bien ese subtítulo, pero nunca pretendimos tener el monopolio de la dignidad. La dignidad de Alicante reside en su ciudadanía y en una buena cantidad de personas solidarias y comprometidas que pretenden que su ámbito urbano sea mejor y no sólo, o prioritariamente, un espacio para el negocio de unos pocos. Pero sí reivindicamos la idea misma de dignidad, quizá arrumbada con precipitación. Una dignidad, pues, que reclamamos como patrimonio compartido con otras asociaciones, pero que debe ser proclamada para que no la olvidemos. Pues bien, desgraciadamente, a nuestra celebración de aniversario hemos debido sumarle otra iniciativa ciudadana: una concentración contra la corrupción y por la transparencia municipal en la Plaza del Ayuntamiento, el 19 de noviembre, a las 20.00 horas; a ella se han sumado asociaciones cívicas, sindicatos y partidos. Seguimos, pues, reivindicando la dignidad. Les aseguramos que la tarea es cansada y que las satisfacciones no abundan. Pero, ¿qué le vamos a hacer? Es que esta es nuestra ciudad y nos gustaría que algunas manos sucias dejaran de manosearla. Y que los llamados a gobernarla olvidaran populismos y fueran más serios, cultos y dialogantes. No pedimos que se esté de acuerdo con la PIC, pero, con el bagaje de cinco años, nos sentimos legitimados para pedir que cada cual exprese sus anhelos, que nadie se humille resignándose. Porque lo que demuestra la PIC es que era posible, que es posible, que no es preciso andar con la cabeza baja, que aún tenemos la voz y la palabra. Muchas gracias a todos los que nos han apoyado en estos cinco años. Seguiremos.

(*) Firman también este artículo por la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas: Ernest Blasco, Ramiro Muñoz, Rosana Arques, Quico Consuegra, Araceli Pericás, Séfora Bou, Ismael Vicedo, Armando Etayo, Rafael Bonet, Isidoro Manteca, Pere Miquel Campos, Remedios Amat, Juan Ángel Conca y Francisco Candela.