Por segunda vez durante el mandato del alcalde Alejandro Soler, la visita de un ministro de Sanidad a Elche sirve para reivindicar el regreso permanente de la Dama a la ciudad. Como ya ocurriera con Bernat Soria, la estancia de Leire Pajín, el pasado jueves, volvió a suscitar la petición del regidor ilicitano a un miembro del Consejo de Ministros de Zapatero para que el busto ibérico retorne a la ciudad. Tema, por lo que se ve recurrente. La visita resultó todo un prodigio ya que se limitó a firmar en el libro de honor municipal y a caminar desde la plaça de Baix hasta el convento de las Clarisas para una vez allí visitar la antigua sede de las monjas de clausura, que se pretende restaurar para instalar el nuevo Museo de La Festa. Escuchar a toda una ministra de Sanidad hablar del apoyo a que la Dama esté en Elche, o a que se puedan destinar fondos para la rehabilitación de Santa María choca cuando precisamente entre sus competencias no podemos hallar ningún atisbo de ambas cuestiones. ¿Cómo debemos enmarcar la visita de Pajín a Elche? Única y exclusivamente desde un trasfondo político. La ministra eligió a conciencia su estancia entre palmeras para testimoniar su gran alianza con el líder socialista ilicitano. La primera visita a la Comunidad de la ministra de Sanidad no fue por casualidad, ni por cuestiones de agenda, ni motivada por alguna acción ineludible de su actual cargo. Lejos de todo eso, Pajín vino a Elche a exteriorizar a las claras su más amplio apoyo a un alcalde que busca cualquier resquicio para intentar captar la atención mediática, aunque la visita esté vacía de contenido institucional. La imagen del primer edil codeándose con su mentora política por las calles ilicitanas era lo que buscaba un mandatario que sigue estando obsesionado por esos detalles pensando que pueden ser su tabla de salvación de cara a unas elecciones que, a seis meses vista, con las encuestas que ahora mismo se conocen, tiene muy cuesta arriba. Máxime si tenemos en cuenta que su soporte, la edil de Compromís, Ángeles Candela, está más fuera que dentro, sobre todo si como parece y hoy se apunta en estas mismas páginas, no se concreta el pacto con el Bloc que aunque no sea la panacea sí que aportaba unos centenares de papeletas fieles del moderado nacionalismo valenciano. Con todos esos ingredientes no es extraño escuchar a Soler referirse a Pajín como la gran aliada. Y aunque lo dijera como enlace en el Gobierno, como nexo de comunicación con la Administración central que puede aportar fondos estatales, se refería, sin duda, a que será su principal referencia, su sustento porque entre las bambalinas políticas se ha escuchado, en más de una ocasión, que Soler recurriría a sus "contactos" en Madrid, y ahora con más fundamento que nunca, para que le buscaran un hueco si quedaba descabalgado tras las urnas ya que rechazaría liderar la oposición municipal. Mientras llega mayo, el primer edil apostará por convertir instantes como los vividos el pasado jueves en cimientos sobre los que apoyar su gestión política, como si posar ante las cámaras junto a toda una ministra le pudiera abstraer de las críticas del día a día, de las quejas de jornada tras jornada o de la gravedad de sufrir un paro galopante, una situación económica insufrible, que no ha sabido combatir en una permanente huida hacia adelante, como si gastando más y más se resolvieran antes los problemas que padecen casi 35.000 ilicitanos que no tienen trabajo y que van subsistiendo como buenamente pueden.