No sé cuantos programas, y los que estén por venir, lleva Antena 3 predicando en el desierto de una programación para zoquetes el pormenor de lo que aconteció, acontece, y acontecerá en la familia de Jesús de Ubrique, que ha compartido tálamo hasta hace unas fechas con María José Campanario. Me importa un pecado de obispo que estos fulanos se besuqueen en privado, en público, o se tiren las sartenes cada siete minutos. Quizá ellos no sepan que se van a divorciar, ignorantes. Pero el apóstol de esa iglesia de barandas, Jaime Cantizano, sale cada noche anunciándolo por boca de sus acólitos, que por supuesto saben más de Jesulín y sus circunstancias que el propio Jesulín. Decía que han compartido catre, y quizá aún compartan, pero a quién le importa esa minucia si en el sumario de los especiales de esa cadena no triste, que sí, sino tonta, que lo es, no está contemplado. ¿A quién creer, a los del tálamo, o a quienes husmean en tálamos ajenos? A los últimos, por supuesto. Es como preguntar si hay que creer en el mensaje de Cristo o en el máximo apóstol de su legado, que estos días anda por España. Ya sé que mezclar así, a lo bestia, a Chelo García Cortés, a María Patiño, y a Benedicto XVI es injusto. Chelo y María no se lo merecen por muy petardas que sean, que lo son. Pero están a tiempo de redimirse y hacer algo de verdad novedoso, que Julián Muñoz y los chorizos de esa fábrica apestan y no dan más de sí, que Ambiciones, las Cármenes Bazanes, y la imagen decadente del plató con los mismos jetas hablando de lo mismo aburre y espanta hasta a los menos exigentes. Así les va.

Es como si se hubieran rendido antes del final de la batalla. En la iglesia de enfrente aún tiran de Belén Esteban, la Viriata hispana que se enfrenta a todo, y aunque todavía está en forma, ya hay síntomas de que su feligresía también está hasta el bótox de la señora. Esta semana, por ejemplo, Telepringue se enfrentó a la miniserie de los romanos de Lluís Homar recurriendo a ella. Y como la de San Blas acaba de separarse hace tres programas, no era plan de escribir tan rápido el guión con la vuelta a casa de su marido, el camarero Fran Álvarez. Otra cosa es que consigan sentar si no en el banquillo sí en el plató a Pedro José Ramírez, que publicó en su cochinera de papel que Belén Esteban, la tercera fuerza política según la cachonda encuesta de marras, ha de responder a Hacienda por impagos. Mientras, como presidenta del gobierno de una empresa que hoy por hoy depende de ella, fue ella la que acudió a España pregunta, Belén responde. Cuanto más la estrujen, más pronto se acerca el final.

A lo que iba, que Antena 3 y sus aletargados programas, tontorrones, alicaídos desde el principio, con espíritu perdedor desde la cabecera a los créditos, podrían dar un zapatazo y ponerse en cabeza. Que los cantamañanas de esos aburridos Informe 3, con monaguillos revenidos a los que no hay manera de tocarles el potorro porque son zorros viejos y envejecidos como Aurelio Manzano y Miguel Temprano y la lacia Ángela Portero se dejen de payasadas con Isabel Pantoja y aprovechen la visita del Papa para indagar en su día a día, no como divino, dimensión que se me escapa porque yo lo valgo, sino como humano, la única que me puede interesar de este señor tocado con gorros raros.

¿Es maniático con la ropa mal planchada, se ducha por la mañana, o es más de meterse en la cama sin olor a sobaquina, es meticuloso con la manicura, quién le corta el pelo del cogote, quién le atusa el flequillo, usa calzoncillos de pata o atrevidos bóxer, o un hombre como él ya no usa ni esto ni lo otro? Más. Matías Prats, al que le han dado otro premio como mejor presentador de informativos, lo aprovecharía al máximo. Lo que descarten los rigurosos investigadores de DEC tendría cabida bien aderezado y dicho con la solemnidad del presentador en su noticiario. El premiado lo tiene claro. Dice que un informativo, como programa de televisión que es, ha de entretener, y ser interesante y ameno, y enseguida, como arrepentido, como si no se hubiera escuchado, como si no viera su propia indecencia, o no trabajara donde trabaja y no presentara la mierda que presenta, asegura sin inmutarse que a veces el periodismo olvida sus señas de identidad y se precipita por el desfiladero del sensacionalismo. ¿A veces? Qué jeta. Él lleva años haciéndolo. Y la jefa de esa secta se llama Gloria Lomana. El Papa usa calzoncillos bóxer y es muy maniático con el corte de su flequillo, diría el señor Prats abriendo su revista de curiosidades y entretenimiento informativo -a veces el periodismo olvida sus señas de identidad y se precipitaÉ bla, bla, bla-.

Eso sí, siempre que no peleara por la exclusiva otro que ha tardado sólo un par de meses en convertirse a la verdadera religión, David Cantero, que de la excelencia de La 1 pasó a manejar la basura de Telecinco como un maestro dando también argumentos de peso. Dice que en su informativo, cargado de putas venidas a más, ancianas resentidas, ladrones con halo de héroes, incendios devastadores y necedades de revista para tarados, los sucesos, es decir, el contenido total de su parodia periodística, siempre están más que justificados. Otro que la cagó diciendo, aunque no lo crea, que un informativo ha de entretener y ser ameno. Se perdió. Ya sabemos que en esa cadena, uno de los puticlubs con más trasiego del mercado, Mercedes Milá también se fue perdiendo conforme la mugre y el hedor seminal de los edredones avanzaba hasta formar parte de su espíritu, que ella enmascara con ridículas y atrabiliarias peroratas justificadoras. Un peón útil al servicio de esa porquería social. Sólo falta que en la zahúrda en la que oficia la misa de la abyección metan a Silvio Berlusconi, eminente consumidor de viagra y católico de pro, al que sus esbirros le sirven tiernas putitas. Seguro que los ultracatólicos lo ven más decente que la besada homosexual de hoy en Barcelona al paso lento del obispo de Roma, un señor cuyo viaje de propaganda -gratis total para su empresa- se lo costeamos todos. Estado laico, ya. Sin contemplaciones, Zapatero, sin contemplaciones.