Si desagregamos por sexos el listado de las 111 personas implicadas en el caso Brugal, comprobamos que 12 son mujeres, lo que supone un 10.8% de la trama de corrupción. Mi marido y algunos amigos me han interpelado acerca de las razones de este desequilibrio (que también se produce en el Gürtel) ¿Acaso las mujeres son menos corruptas que los hombres? ¿tenemos un plus de honradez? Responder afirmativamente supondría admitir que forma parte de nuestra esencia como mujeres el comportarnos, digamos, de forma más ética. Y admitir el esencialismo equivale a sostener que todas las mujeres somos idénticas, homogéneas, somos "la mujer", lo que supone negar la individualidad de cada una.

Pero no vale la pena ahondar más en esta cuestión por el momento, pues la respuesta a ese desequilibrio creo que es obvia: si hay menos mujeres implicadas en la trama de corrupción es debido, fundamentalmente, a la ausencia o menor presencia de éstas de posiciones destacadas de poder, ya sea en el ámbito político, ya en el de la empresa. Fíjense que, de la docena de ellas, sólo dos son más visibles en la trama de corrupción: las alcaldesas de Alicante y Orihuela; precisamente las que tienen la vara de mando, las que ocupan la máxima posición en el poder municipal. Por lo que se refiere a las otras diez, la mitad (tres concejalas, la administradora de Canal 37 y una funcionaria de Hacienda) está posicionada en un escalón de poder más reducido o con menor posibilidad de influencia y capacidad de decisión (generalmente no ocupan las concejalías susceptibles de ser bocado apetitoso para voraces empresarios). La otra mitad guarda parentesco directo o relación laboral con los empresarios Ortiz y Fenoll, por lo que es el de ellas un poder (si es que se le puede llamar así) derivado de la posición que ocupan respecto de aquéllos, que son los poderosos.

En definitiva: si hay pocas mujeres corruptas es porque hay pocas mujeres ocupando posiciones que puedan propiciar actuar de esa forma. No conviene, pues, confundir posición con disposición. Las mujeres tenemos la misma disposición que los hombres a actuar de forma honrada, honesta y responsable como para hacerlo de la forma opuesta. No, las mujeres no somos portadoras de esencias que nos diferencien de los hombres. No encarnamos valores distintos capaces de regenerar nuestra maltrecha democracia. La ética o la ausencia de ésta acompaña por igual a cada persona y no es patrimonio exclusivo de un solo sexo. Que las mujeres representen el 10.8% de esta trama corrupta sólo evidencia que el poder está desigualmente distribuido a favor de los hombres. La treta patriarcal de la superioridad moral de las mujeres no cuela. Paridad ya.