He tomado prestado el título del libro escrito por algunas de las integrantes de la Asociación de Mujeres de Orihuela Clara Campoamor que, coeditado con la Fundación Miguel Hernández, ha venido por fin al mundo en el día de ayer, centenario del nacimiento del poeta del pueblo. Esperaba con impaciencia este momento pues me enteré de la existencia de este magnífico proyecto hace ya algún tiempo. Fue exactamente en el mes de marzo, cuando recibí el segundo número de su revista "Mujeres Claras". Allí estaban, bajo el mismo título de lo que hoy es un libro, cuatro páginas con algunas de las mujeres que compartieron con Miguel Hernández el gusto por la creación artística y el compromiso político y de las que, salvo alguna excepción, casi nadie ha oído hablar. Ahora han ampliado la nómina hasta trece (como "las trece rosas" ¡qué coincidencia!), abarcando también a aquellas que fueron también su vida, la cotidiana. Pocas brillaron con luz propia y no lo hicieron con la misma intensidad que sus coetáneos varones, pues su reconocimiento ha sido escaso: la filósofa María Zambrano, la pintora Maruja Mallo o las escritoras María Cegarra y Carmen Conde. Otras quedaron ocultas por la fama de sus maridos: la polifacética Mª Teresa León, oscurecida por el brillo de Rafael Alberti, a pesar de tanta producción conjunta; la pintora Delia del Carril, siempre tras Pablo Neruda; la escritora Elena Garro, que quizá fuera precursora del realismo mágico y a la que Octavio Paz impidió continuar los estudios. Algunas son prácticamente unas desconocidas, como Tina Modotti, fotógrafa y probable ilustradora de la obra "Viento del pueblo", o como la poeta Concha Méndez Cuesta, que de niña quería ser capitán de barco y un adulto le dijo que "las niñas no son nada". Hace sólo muy poco que sabemos de aquellas cuyo compromiso político las llevó a jugarse el cuello, incluso en las trincheras, por más que quienes cuentan la historia se hayan empeñado en que las mujeres se limitasen a papeles secundarios e irrelevantes: Matilde Landa y Rosario Sánchez Mora "Dinamitera". Y luego el resto de las mujeres, encarnadas en la madre, las hermanas, la esposa del poeta. Mujeres del pueblo, como sus vecinas Maruja Fabregat o María Moreno que todavía recuerdan al Miguel de su pueblo, el Miguel hijo, hermano, novio y marido.

Quiero expresar mi reconocimiento a aquellas mujeres, pero sobre todo a éstas, las de la Asociación de Mujeres de Orihuela Clara Campoamor, que han concebido, gestado y parido esta obra con el objetivo de visibilizar a las mujeres que poblaron el universo cercano y más querido de Miguel Hernández.