Lunes. En un ejercicio de parlamentarismo criticado por muchos, y sin embargo brillante, el portavoz del PSPV en las Cortes, Ángel Luna, acaba su intervención en el debate del estado de la Comunidad lanzando una piedra (una pequeña china) al centro del hemiciclo, aunque en dirección a Camps. El PP había intentado amordazarlo de cara a ese debate filtrando documentos para que Luna apareciera frente a la opinión pública como otro corrupto más. La salida del cepo se la ofreció, sin pretenderlo, el presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, quien al ser preguntado por el caso acudió a la Biblia para sentenciar que "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Luna escenifica a la perfección su respuesta. No dice "soy inocente". Se adelanta a tirar la primera piedra y emplaza a Camps, y a todo el PP con él, a que haga lo mismo si puede. La posterior réplica del jefe del Consell, histriónica y prosopopéyica, acusando a Luna de haber utilizado "en la sacrosanta Cámara" nada menos que "un arma arrojadiza", certifica que el portavoz del PSPV, que acudía como víctima propiciatoria, ha terminado la jornada como triunfador del debate.

Pero únicamente allí. En las Cortes. En Alicante, y en algunos sitios de Madrid, sólo se habla del artículo que ese mismo día publica en INFORMACIÓN la secretaria provincial del PSOE, Ana Barceló, en defensa de que el tránsfuga Agustín Navarro encabece la candidatura socialista para las elecciones municipales en Benidorm. He escrito artículo donde debía haber puesto disparate, y eso quedándome corto. Con insultante claridad, Barceló explica que las convicciones están para traicionarlas y no son la base del ejercicio político. La única meta es la toma del poder, dejando a un lado "puritanismos morales" (sic). Su argumentación sirve lo mismo para defender el transfuguismo, que la financiación ilegal de los partidos o, ya puestos, el apoyo a un golpe de Estado. Lo más triste es comprobar cómo ninguna voz autorizada del PSOE le replica, cómo ningún dirigente pide perdón a los miles de simpatizantes que ese partido tiene, cómo ningún cargo la desautoriza y le explica que sin principios morales no hay acción política que merezca ese nombre. ¡Ah! Y en cuanto al mal traído dilema que proponía Barceló entre el estadista pacifista y su vecino belicoso, que ya planteó, pero en serio, Max Weber, fue resuelto hace más de setenta años precisamente por uno de los artífices de la victoria de las democracias frente al nazismo y el fascismo, Winston Churchill, cuando le reprochó a su antecesor al frente del gobierno británico, Neville Chamberlain, su política contemporizadora con Hitler: "Pudisteis elegir entre el deshonor y la guerra; elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra". Barceló no lo entenderá, pero de lo que Churchill hablaba es de que quien relega las convicciones en nombre del "escenario político" o el realismo, está derrotado de antemano.

Martes. La ejecutiva provincial de Ana Barceló, en otro ejercicio de irresponsabilidad digno de mejor propósito, se declara "no competente" para decidir si un tránsfuga debe encabezar o no la candidatura de Benidorm. ¿Si no son competentes para eso, para qué lo son? Barceló no ha sometido el asunto a votación porque está en minoría y tiene miedo de perder. Pero quienes pueden formar mayoría frente a esa tropelía también nadan y guardan la ropa por si acaso. Al final, vuelven a retorcer el lenguaje y, en consecuencia, a tomar por estúpidos a los ciudadanos. Dicen que no pueden pronunciarse, porque lo de Benidorm no es una cuestión de transfuguismo, sino de "alianzas". A lo que se ve, Agustín Navarro es una fuerza política en sí misma a la que el PSOE está dispuesto a tratar de igual a igual, porque sólo entre iguales se pueden producir "alianzas". Por su parte, la secretaria de Organización del PSPV-PSOE, Elena Martín, aspirante a encabezar la candidatura a la Alcaldía de Alicante, dice que ella no quiere "profundizar" en el asunto, pero pide "respeto" para la "decisión" que han tomado "la ejecutiva y los militantes" de Benidorm de proclamar candidato al tránsfuga Navarro. No recuerdo ninguna asamblea en la que se haya preguntado a los militantes su opinión ni se haya ejercido el voto. ¿Es esto la renovación?

Miércoles. Quienes quieren encabezar la lista socialista de Alicante debaten en la sede del partido. Elena Martín pone en evidencia que hay una academia a la que los hijos de la renovación acuden a recibir clases de retórica. Cómo aparentar que se dice mucho sin concretar nada. Valenzuela afirma que al PSOE "le sobra filosofía". Luego tampoco se ha enterado. A la vista está, en apenas dos días, que no sólo no le sobra: le falta a capazos y pierde la que le quedaba conforme pasan las horas. Una periodista militante del PSPV, y de cuyas convicciones no tengo ninguna duda, publica un artículo contra el presidente federal de su partido, Manuel Chaves, que ha expresado su oposición a que un tránsfuga lidere la lista del PSPV en Benidorm. Quizá sin quererlo, el artículo es muy ilustrativo en orden a centrar la cuestión: resulta que lo que hay es una batalla en las alturas por derribar a la secretaria federal de Organización, Leire Pajín, y preparar el postzapaterismo. Acabáramos: los socialistas, a la hora de plantear una alternativa que ofrecer al pueblo de Benidorm no están pensando en él, sino que pretenden reforzar (?) a Pajín frente a las acometidas de Chaves y, añado yo, de José Blanco y de Alfredo Pérez Rubalcaba. Hombre, no son molinos precisamente, que diría el ingenioso hidalgo. Pero bienvenido sea el artículo porque nadie hasta aquí había mostrado de forma tan diáfana que lo que hay no es la búsqueda de lo mejor para Benidorm, sino una guerra abierta en las alturas por el futuro después de Zapatero.

Jueves. Alarte, el hombre que anhela nada menos que presidir a todos los valencianos, también resulta incompetente para pronunciarse sobre Benidorm. Dijo que nunca admitiría una alcaldía de la mano de un tránsfuga. Luego aseguró que los tránsfugas jamás volverían a ir en una lista del PSPV. Y ahora deja la cuestión al albur de Madrid, lavándose las manos. Es la primera vez que veo a un político que pretende ganarse la confianza de los ciudadanos usar como modelo a Pilatos. A este paso, Alarte no va a presentarse con un programa, sino con una calculadora. Da igual: así nunca le saldrán las cuentas.

Viernes. Elena Martín exhibe sus "poderes". Se fotografía con lo que los periodistas llaman "la plana mayor del PSPV", que le muestra en público su apoyo en la pugna con Valenzuela por conseguir la candidatura a la Alcaldía. Hace bien y tiene derecho. Pero Alarte la pifia con otra salida de opereta. Dice que "los socialistas de verdad" son sólo los que están en ese acto. Los que voten a Valenzuela, con quien tanto se han reunido y/o hablado él y Elena Martín, no sé si son del PP o de nadie, pero siguiendo al secretario general del PSPV no son socialistas. Los que no han ido, tampoco. Los que no quieren inclinarse por una o por el otro, menos. Los que dudan, no se merecen serlo. Los que levantaron ese partido y lo llevaron a sus momentos de mayor gloria, quedan desde este momento excluidos. A partir de hoy, el pedigrí socialista lo otorga Jorge Alarte. Alabado sea el Señor.

Sábado. Se publican unas declaraciones de Antonio Amorós, ex portavoz socialista en la Diputación, fulminado por Alarte cuando se difundió el sumario del "caso Brugal" y se conoció que el informe policial le implicaba. Amorós, que aparece citado en ese informe en decenas de ocasiones y al que la Policía filmó en reuniones con un empresario que trataba de conseguir una contrata de la Diputación, no ha explicado aún esa relación, que ocultó a sus compañeros de grupo. ¡Pero es él el que sale a exigir explicaciones! ¡Y la rueda de prensa se la convocan desde la subdelegación del Gobierno! El jefe de la Unidad contra la Delincuencia Económica aún debe estar alucinando. Pobre. No vive aquí. No está acostumbrado.